Florian Lejeune es casi un desconocido para el aficionado de a pie. No tanto para aquellos locos por el fútbol que engullen todo lo que tiene que ver con el balón, sea en la categoría que sea. Desde luego para el profesional, este defensa internacional sub-20 con Francia es uno de los centrales con más futuro que juegan en España. Tiene 20 años y mide 1.90 metros de estatura. De apariencia apocada y hasta se podría decir que con una timidez que llama la atención. El Villarreal lo fichó del Istres, un equipo de la Ligue 2 francesa, es decir la Segunda A española. Particularmente es uno de los jugadores por los que yo apostaría para dar el salto al primer equipo del Villarreal la próxima temporada. Pero hoy eso no me importa. Lejeune es para mí noticia por su fortaleza mental y su gran profesionalidad. Y se lo cuento porque sé lo que se siente cuando uno pasa por una situación similar a la que ha vivido este chico esta semana. Quizás uno de mis defectos es que la alarma de mi sensibilidad salta por los aires en determinados momentos. Cuando me contaron la triste historia de Lejeune me estremecí interiormente. No le contaré detalles profundos porque los que nos dedicamos a informar nunca debemos rebasar ciertas barreras. Todo no vale y hay muchas cosas que forman parte de la intimidad. Sí, pero después de meditarlo pensé que este chico se merecía un pequeño homenaje. El miércoles recibió la fatal noticia del fallecimiento de su padre. Su entrenador le dispensó de cualquier compromiso profesional. Por supuesto tenía permiso para viajar hacia Francia y estar al lado de su familia en tan duro trance. “Mi padre hubiera querido que jugara y es lo que voy a hacer”, le comentó Florian a Julio Velázquez. Lejeune es un chico muy apreciado y querido en el vestuario del primer equipo donde su humildad ha llamado la atención a los pesos pesados del Villarreal. Nunca una mala palabra ni un mal gesto, siempre con ganas de aprender y un espíritu de superación inquebrantable.

Nadie le ha adivinado durante estos días ni en el viaje a Soria un signo de debilidad. Su fuerza mental le ha ayudado a superar de la mejor manera posible la pérdida de algo tan importante para un hijo como un padre. Lejeune jugó los 90 minutos ante el Numancia y fue uno de los pilares en el triunfo de un filial que se ha convertido en la revelación de la categoría de plata en la segunda vuelta. Ayer por la mañana, acompañado de Antonio Cordón, otro de los cerebros en la sombra del club, se dirigió en coche hacia su país para estar con su familia. Mi más profunda admiración para Lejeune y mi sentido pésame. Estoy seguro de que el futuro del Villarreal está en buenas manos. Él no quería que se le diese publicidad y el club ha respetado su decisión, pero su gesto merecía ser conocido.

NEGATIVISMO EN EL ENTORNO AMARILLO

Forma parte de la idiosincrasia del valenciano verlo todo negativo. Si hace calor, es malo para la cosecha. Si hace frío, corre peligro de helarse. Si llueve, más de lo mismo. Posiblemente tenemos metida la mentalidad del labrador, cuyo trabajo siempre pende de un hilo. Hoy observo una absoluta negatividad en el entorno del Villarreal cuando la ventaja sigue siendo de cuatro puntos y restan nueve en liza. Se habla del infernal ambiente del Molinón y se considera que el Sporting ganará al equipo de Lotina con la gorra. El mismo razonamiento que escuchaba cuando el Real Madrid tenía que visitar el Camp Nou y al Barça ya se le adjudicaban los tres puntos. El Villarreal se juega las habichuelas con ventaja, pero los primeros que deben creerlo son los pesos pesados como Cani, Borja, Nilmar, Zapata... aunque no se pueden fallar tantos goles como el sábado. La salvación matemática pasa por sumar seis puntos. En Zaragoza y Gijón se cambiarían por el Villarreal, por un motivo fundamental que no es otro que depende de sí mismo. H