Puede parecer fácil, pero no lo es. De hecho, en la corta pero brillante historia del Villarreal, ningún entrenador había conseguido estar 17 partidos sin perder en una misma temporada (solo Pellegrini alcanzó esta cifra consecutiva de encuentros invicto, enlazando dos temporadas). Sin las estrellas de entonces, pero con un equipo bien armado, Marcelino está batiendo los mejores registros de un club que, esta temporada, invita a soñar.

Es cierto: el partido ante el Levante no fue muy vistoso, pero el aficionado reconoció el esfuerzo de los suyos por jugar a un deporte que parecía ajeno al rival. El fútbol, eso sí, hizo justicia y premió a quien más lo mereció. Un gol de pillo de Vietto sirve al Submarino para consolidarse en los puestos nobles de la tabla. Y quien ayer se fuera del campo pidiendo más de los suyos, un consejo: que mire la clasificación.

El Villarreal iguala a 38 puntos a un Valencia que, hace no tanto, parecía casi de otra galaxia y está a uno solo del Sevilla. Hoy, por cierto, se enfrentan estos equipos, por lo que la zona Champions ya no parecen una utopía. Antes, eso sí, queda mucha Liga, mucha Copa y mucha Europa League...

Si anunciado era el traspaso de Gabriel al Arsenal, que se despidió del que ha sido su público este último año y medio en los prolegómenos del partido, no menos anunciado era el once del Villarreal. Con las ausencias del sancionado Cheryshev (cubierta por Moi) y del citado brasileño (suplida por el reaparecido Musacchio), el resto del equipo era el que todos los aficionados recitan de carrerilla: el Equipo A.

ESTILOS CONTRAPUESTOS // El Villarreal de los récords tiene una identidad propia. En nombres y en su puesta en escena, en esos automatismos que Marcelino ha inculcado a sus hombres. Sin embargo, el Levante le llevó a su terreno en los primeros compases, convirtiendo en monótono y falto de ideas al juego del conjunto amarillo. Los de Lucas Alcaraz son un equipo pegajoso, al que es difícil meterle mano. Abusa del juego directo, o del pelotazo, como quieran llamarlo. Al Submarino, previsible en demasía, le costó entrar en calor.

La apuesta granota es clara y no engaña a nadie: Pocos espacios atrás, con continuas ayudas defensivas de sus jugadores, dejando todas sus opciones de victoria a merced de un contragolpe o, directamente, de un golpe de suerte. Estuvo cerca de encontrarla en alguna ocasión… La circulación del balón era sucia y no se encontraban espacios, acusando la ausencia de Cheryshev, un futbolista que, a día de hoy, es casi imprescindible en el Villarreal. Un jugador top, de esos que deciden un partido por sí solo.

Sin el puñal ruso por la izquierda, el Submarino perdió desequilibrio. Pese a ello, las mejores ocasiones fueron locales. La mejor, un cabezazo de Uche al cuarto de hora tras un preciso centro de Jonathan que rozó la escuadra de Mariño. El examarillo fue el protagonista, en el 31’, salvando a los suyos en una jugada de muchos quilates del Submarino. Tras una delicatessen de Trigueros en forma de exquisita ruleta, Bruno asistió a Vietto, quien probó suerte con un zurdazo que salió rebotado de un mar de piernas para obligar a la estirada del gallego. Poco más deparó la primera mitad. Musacchio probó los reflejos de Asenjo, al intentar despejar un balón colgado. Con el susto metido en el cuerpo se llegó al descanso.

MÁS DE LO MISMO // En la reanudación, el Submarino llevaba la iniciativa, pero su dominio era estéril. Como dice el propio Marcelino, tener la posesión no implica ganar partidos. Ayuda, pero no tiene por qué ser definitorio.

Con estos mimbres, el gol tuvo que llegar de la forma más inesperada. Trigueros probó fortuna desde la frontal con un disparo en teoría asequible para Mariño, pero el guardameta levantinista no pudo blocar el balón. Más listo que el gallego estuvo Vietto, quién si no, que aprovechó el rechace para adelantar a los suyos.

INERCIA GANADORA // El tanto de Vietto (min. 55) apagó las pocas luces que podían quedarle al Levante. De hecho, las mejores ocasiones continuaron siendo amarillas. Entre ellas, una de Uche que se topó, esta vez sí, con una buena parada de Mariño. En el haber del Levante, un tiro lejano con muy mala idea de Camarasa. Poco más. Con esta pobre propuesta, los vecinos tendrán difícil mantener la categoría, aunque esa es una guerra que pilla lejos al Villarreal, que sigue a lo suyo.

El sabor de la victoria es dulce, pero no empalaga. La voracidad de este equipo que ha enlazado 17 partidos sin perder (dos meses sin perder llevan los amarillos) y 23 partidos marcando, no tiene límites. Que siga la racha. H