Historia, tradición y leyenda. Al redoble de los bombos y tambores de la sección interna de percusión ‘Desperta ferro’ de la Germandat del Cavallers, la institución caballeresca realizó ayer el homenaje al Rei Jaume I. Y es que en una fiesta de protocolos solemnes, el tributo al monarca fundador es el sello inconfundible del amor a un pueblo a quien le dio su carta de naturaleza, su partida de bautismo en los tiempos de una Edad Media remota, ‘la ciutat te l’honor de vidre de l’antigor...’, en la víspera del día grande, de la fiesta mayor de la ciudad turquesa y naranja.

Un ritual que se inició con la lectura del laudo arbitral a cargo de Raúl Babiloni, quien encarna este año a la figura del rey conquistador. Después, en serena majestad, Na Violant d’Hongria, Marta Font Ramos, leyó el privilegio de traslado, el documento fechado el 8 de septiembre de 1251, por el cual Jaume I autorizaba el traslado del monte al llano. Y en la sucesión de normas no escritas de una ceremonia que permanece inalterable en la memoria colectiva de un pueblo, Na Violant pronunció el grito de invocación telúrica y devocional: “Cavallers, per la Mare de Déu del Lledó, sant Jaume i Sant Cristòfol”. Fue contestado por el público que llenaba el recinto de la avenida del rey con un jubiloso ‘Fadrell!’.

Mientras, la avenida del Rey Don Jaime y aledaños era un hervidero de bullicio. Miles de personas quisieron ser testigos un año más de uno de los actos emblemas del primer fin de semana de las fiestas oficiales de Castellón. Y, tras el homenaje al rey, los castellonenses salieron en busca de buenas viandas y buenos caldos. El tiempo apremiaba. “A les 4, el Pregó”. Tras las sombras del frío y la lluvia de los últimos días, habían inmensas ganas de vivir la fiesta. H