Castellón, un año más, y en el tercer domingo de Cuaresma, se hizo romero. Tardó en salir el sol. Las brumas querían adueñarse del día más hermoso de la ciudad, pero no lo consiguieron. Miles de castellonenses, 150.000 según cifras de la Policía Local, 25.000 menos que el año pasado (la amanecida fría y nublada restó participación), subieron a la blanca ermita de la Magdalena en rogativa en el marco de una jornada jubilosa y alegre.

De esta forma, como mandan los protocolos ancestrales, a primera hora de la mañana las autoridades civiles, encabezadas por el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, salieron de las casas consistoriales para recoger al clero en la concatedral de Santa María y dar inicio a una romería que sigue conservando ese encanto especial de cañas y pañuelos verdes, bullicio y esplendor de fiesta mayor.

Tras pasar por la calle Mayor, plaza María Agustina, avenida Capuchinos y Primer Molí, el cortejo se adentró por el antiguo Camí dels Molins, convertido hoy en espaciosas zonas de urbanización para continuar hasta Sant Roc de Canet, ‘figa i doset’, y, después hasta la ermita de la Magdalena.

DÍA GRANDE // En el cortejo estuvieron también, junto al alcalde, Alfonso Bataller, auténtico anfitrión del gran día de los castellonenses, la delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Paula Sánchez de León; los consellers de Economía, Maximo Buch, y de Educación y Cultura, María José Catalá, así como la corporación municipal en pleno y diputados, senadores y parlamentarios autonómicos, tanto del Partido Popular como el PSPV que se sumaron a la comitiva oficial. Mientras, la Banda Municipal no dejaba de interpretar el ‘Rotllo i Canya’. Y, como siempre, las reinas de las fiestas, Cristina Pastor y Laura Turch, las damas de la ciudad y las madrinas de gaiatas, que recibieron sonoros aplausos. H