La brecha salarial entre hombres y mujeres no cesa de crecer. La diferencia sigue siendo escandalosa aunque estemos mejor formadas y preparadas. La cifra maldita fija que en este país ganamos hasta un 28% menos que los hombres, y en esta autonomía se dispara hasta el 37%. Menos salarios por igual trabajo. Según el INE, en las tres provincias, deberíamos trabajar 116 días más al año para equiparar el salario medio al de los hombres. Y los datos se multiplican cuando detallan la profundidad discriminatoria.

Seguimos arrinconadas a pesar de representar más del 50% de la población, del talento, de la productividad, de generar el 40% del PIB mundial. Somos el motor de cambio y progreso en todos los países, pero no gozamos del empoderamiento correspondiente.

La economía española seguirá en recesión durante este año frente a un Gobierno instalado en el país de nunca jamás, en las redes del engaño y del abuso, y con una reforma laboral que castiga a las mujeres. Más despidos, menos cotizaciones, menos pensiones. Castigadas como población activa y como desempleadas. Ante la debacle del sistema y sus severas medidas de austeridad, que está obligando a la sociedad a costear una crisis que no ha provocado, las mujeres pagamos el precio más alto. Somos las primeras en ser despedidas y, además, obligadas a asumir el trabajo doméstico y aquellas tareas y prestaciones sociales que ya no cuentan con el apoyo institucional. Ser apartadas nos lleva a ser víctimas de atropellos, humillaciones, conflictos, de la violencia de género.

Un siglo después de la tragedia de la fábrica de Nueva York, aún sufrimos el acoso de un sistema patriarcal que sigue frenando nuestros sueños, aspiraciones, nuestros derechos y libertades. Este 8 de marzo, en todo el mundo, las mujeres hacemos mucho más visibles las reivindicaciones. Porque somos muchas, y podemos. A pesar de que se nos quiera apartar y se nos quiera inducir al desaliento. A pesar de que seamos sentenciadas al silencio. Debemos seguir gritando que somos libres y tenemos derechos. Merecemos la igualdad. Ni más, ni menos. Sin tasas, ni etiquetas. H