Querido/a lector/a, he leído que ha terminado el culebrón germánico y , en consecuencia, seguirá un gobierno encabezado por Merkel y formado por la derecha y por la socialdemocracia, por el CDU y por el SPD. Algo que ya existía y viene funcionando desde hace ocho años pero, esta vez, parecía que entre las filas del SPD, de la socialdemocracia, había reticencias a repetirlo. Por eso ha tardado tanto el acuerdo.

¿Qué ha pasado? Pues que si bien es cierto que, en un principio, con la proclamación de las elecciones en Alemania y con la candidatura de Martin Schulz, el expresidentes del Parlamento Europeo, todo apuntaba a que la socialdemocracia remontaría y sacaría un resultado positivo, pero al presentar los programas, las políticas reales, el rollo cambio hasta el extremo de que, tanto el CDU como el SPD han obtenido los peores resultados de sus historias.

A partir de ahí, los poderes fácticos, los bancos, empezaron a exigir desde los medios de comunicación de su propiedad que se repitiera el gobierno conjunto del CDU y el SPD. Algo que rápidamente fue aceptado por Merkel y sus muchachos pero, en frente, en la socialdemocracia, ha tenido serios enemigos. Entre otros motivos porque su candidato, Schulz, desde el primer momento, se presentó con el compromiso de no mantener esa alianza. Pero, sobre todo, porque las juventudes socialdemócratas, los llamados Jusos, han mantenido la antorcha de la oposición a ese pacto. Incluso ahora, después del referéndum en el que le ha ganado el sí y con un partido dividido en un 60-40%, aún repiten su actitud contraria al gobierno conjunto y animan a que el SPD tenga políticas propias y diferentes a las de la derecha. Políticas en defensa de la justicia social y de la igualdad. Por cierto, M. Schulz, que primero se negó al pacto y después se sentó a negociar, ahora, afectado y criticado, no ha aceptado formar parte de ningún gobierno.

*Analista político