Hace unos días volví a Castelló, siempre fiel al lema “las ciudades son libros que se leen con los pies, callejeé, entre otras, por la Puerta del Sol, la calle de Enmedio y la calle Vera, que me llevó directamente a la Plaza Mayor y al Mercat Central.

Una vez escribí que un Mercado Central, es como una catedral de los sentidos y recomiendo que cada vez que visiten un mercado central, se dejen caer por el bar del mercado. Y eso hice en el Bar Mercado, donde la amabilidad y el buen hacer del dueño y su esposa, solo es comparable con la calidad de los productos y el cariño con que hace sus bocadillos. Solo he ido una vez, pero me sentía como cuando vas a casa de un amigo que se esmera en darte lo mejor de lo mejor, pero no a mí, sino a todos sus parroquianos.

Tras darme una vuelta por los puestos y descubrir una col Romescu, que ni sabía que existía y pensaba que era el nombre de una salsa, me sorprendió que en la Plaza Mayor, había una red disponible y abierta --Wificas-- y me conecté. Qué adaptación a las redes sociales, pensé, pero a los pocos segundos apareció un mensaje que decía: “esta red no existe”…

Un poco desengañado, me volví a mi Moncofa, pueblo pequeño, comprimido por el gran corazón, amabilidad y buena educación de sus vecinos, como hace años no había encontrado. Al pasar por Nules, no pude evitar pasar por el que hoy es KéKaña y que mañana será Casa Manu, que tras nueve años en Moncofa, regresa. Deja a Les Clarines, el Plaza, Picaetes, El Pirata y al Marítim, inundados de excelente personal y mejores tapas y comidas, aunque el Marítim, como todos los otros en sus peculiaridades, con su paella a leña, merece mención especial. H