El último informe PISA publicado hace unos días deja unos datos preocupantes sobre la educación en España, que podemos resumir diciendo que seguimos a la cola de la Unión Europea. Si a esto añadimos el 25% de abandono escolar temprano, esto es, que uno de cada cuatro alumnos se queda en la cuneta, hay una cosa clara: es necesaria otra ley educativa pues la actual no sirve.

La LOE, ley socialista como lo fue la tristemente recordada Logse, ha sido un fracaso en todos los sentidos pues a los malos resultados académicos hay que añadir los económicos igualmente malos: el gasto en educación se ha duplicado y no se han obtenido mejoras.

Desde mi perspectiva de profesora de Secundaria siempre he considerado que era un grave error dinamitar la cultura del esfuerzo; al alumno hay que animarle pero también hay que exigirle. Rebajar los contenidos para facilitar la promoción automática, igualar a los alumnos por abajo, se ha demostrado que no era la solución. El resultado ha sido que hoy muchos jóvenes tienen dificultad para comprender bien lo que leen, que pueden llegar a la universidad con faltas de ortografía o que son incapaces de memorizar nada más allá de una alineación de fútbol, lo que les imposibilita afrontar cualquier oposición.

La nueva Ley Educativa recientemente aprobada, Lomce, fomenta el esfuerzo, el mérito y la capacidad de los alumnos; persigue universalizar la excelencia educativa introduciendo evaluaciones homogéneas en toda España y reforzando la autoridad del profesor; promueve la autonomía de los centros y la rendición de cuentas e introduce la Formación Profesional Dual para aumentar la integración laboral de los jóvenes. Por los resultados en otros países está demostrado que todas estas medidas mejoran el rendimiento académico.

Durante la elaboración de la Lonce, popularmente conocida como Ley Wert, los responsables de las anteriores leyes fracasadas han bloqueado el debate con argumentos trasnochados, han seguido rechazando la libertad de enseñanza en favor del adoctrinamiento con esa nueva Formación del espíritu nacional de izquierdas que era Educación para la ciudadanía y han mantenido una postura inmovilista insistiendo en perpetuar los errores.

España necesita un sistema educativo transparente que establezca evaluaciones para recuperar el esfuerzo y el rendimiento, que se base en la igualdad de oportunidades, la calidad y la libertad educativa, que potencie la enseñanza de idiomas y prepare a nuestros jóvenes para competir con éxito en el ámbito internacional y en los desafíos del futuro. Por eso es necesaria la Lomce. H

*Diputada PP en el Congreso