La crisis no afecta a todos los negocios por igual. Ni mucho menos. Mientras las calles de los principales municipios de la provincia están plagadas de locales comerciales cerrados o con el cartel de se alquila, los bazares y los restaurantes chinos parece que son ajenos a esta tendencia. Siguen aguantando el tirón, abren más horas que nadie y su volumen de facturación, al menos en apariencia, apenas se ha resentido.

Aunque no existen datos oficiales, todas las fuentes consultadas hablan de la existencia en la provincia de entre 600 y 800 negocios regentados por ciudadanos asiáticos, una cifra que se mantiene estable o incluso con un ligero incremento a lo largo de los últimos tres años. Y otro apunte más: solo en la ciudad de Castellón se contabilizan más de 60 bazares, muchos de ellos en locales de grandes dimensiones (la Ciudad del Transporte es un buen ejemplo) y por los que estos empresarios pagan grandes cantidades de dinero.

Pero, ¿donde está el secreto de su éxito? Para muchos hay dos claves: el horario y el precio. “Son gente que está acostumbrada a trabajar y sus comercios siempre están abiertos. Si te hace falta algo un domingo por la mañana sabes que siempre puedes recurrir a ellos. Además, venden un producto muy barato”, explica Antonio Adell, presidente de la asociación de comerciantes del centro de Castellón Cèntrics, adscrita a la Confederación Pymec.

CIERRAN MUY POCOS // Desde las asociaciones de comerciantes reconocen que el aluvión de cierres de locales que afecta al sector comercial parece que no va con los empresarios chinos. “En los últimos años han cerrado muy poquitos y van abriendo nuevas tiendas”, reconoce Adell.

La asociación de comercios chinos de la Comunitat Valenciana, que pertenece a la Cámara de Comercio de Valencia, confirma la expansión de los negocios regentados por ciudadanos del sureste asiático, pero desmiente que la crisis no les esté afectando. “La mayoría de los clientes de los bazares y los woks son españoles y, lógicamente, su facturación se ha resentido algo. No obstante, también es cierto que muchos tienen una mayor capacidad de reacción, ya que trabajan con mercados internacionales”, asegura una portavoz del colectivo.

Jian lleva años en Castellón y regenta un bazar en el centro junto a su mujer y a sus hijas. Es uno de los pocos que está dispuesto a hablar. “Ahora vendemos algo menos. La gente mira mucho cómo se gasta el dinero, pero seguimos trabajando muchísimas horas al día, más de doce. Hace años que no tengo vacaciones, pero no me importa. Tengo que sacar adelante el negocio”, resume.

En Castellón, y según datos del Instituto Nacional de Estadística, viven 1.179 personas de nacionalidad china. De esa cifra, 628 son hombres y 551 son mujeres. Y una curiosidad más: apenas 13 del más del millar de chinos asentados en la provincia tiene más de 73 años. “A los chinos nos gusta morir en nuestro país. Y es costumbre que cuando uno se hace mayor regrese a su ciudad natal. Eso explica que la población china que vive en España sea tan joven”, describe Jian.

LOS MEJORES LOCALES // Muchos, la mayoría, de los chinos asentados en Castellón se dedican al comercio o a la restauración. La crisis no ha mermado ni un ápice su afán emprendedor. Al contrario. En los últimos años han abierto decenas de restaurantes y establecimientos comerciales en toda la provincia y su expansión comercial parece que no tiene freno. “Eligen los mejores locales. No dependen de los bancos y se dejan dinero entre ellos. Pagan verdaderas fortunas por naves en polígonos industriales, y esas cantidades son inasumibles para la mayoría de los comerciantes de aquí”, reconoce un comerciante del centro de Castellón. H