Inicio de año trágico para el mundo taurino en Castellón. Tras las tristes pérdidas de Maraya a principios de mes y de Tomaset hace tan solo unos días, el sector del bou llora ahora la muerte del mítico Chamaco, el tan conocido maletilla que recorría prácticamente toda la provincia para disfrutar de sus tan amados bous al carrer.

Aunque era un habitual en los festejos de Onda, Burriana, Vila-real, la Vall o la Llosa, entre otros muchos puntos, Pascual Fernández Ruiz era especialmente querido en Almassora, donde además de ser su lugar de residencia, ha vivido tantas anécdotas y exhibiciones por los rincones de la Vila.

Si hay un elemento que le definía y por el que todos los aficionados le conocían era por su inseparable muleta, que le acompañaba a todos las plazas y recintos taurinos a los que iba. No menos recordado era ver cómo, tras lidiar y hacerse un hueco en las exhibiciones, abría su muleta y su capote para recoger los donativos que le pudiera lanzar la gente desde los cadafals.

Respeto y compañerismo

Los aficionados consultados por este periódico coinciden en que Chamaco, desde el respeto y el compañerismo, pedía permiso en todo momento a los rodaors antes de entrar en acción y, aunque no era ni un portento físico ni el más ducho en sus movimientos delante del toro, siempre conseguía salir airoso en sus pases.

De hecho, nadie le recuerda que haya sufrido una cogida y eso que no habrá sido por sustos y roces durante sus años de andanzas por Castellón y también por Valencia. ¿Su clave del éxito? Conocerse al dedillo y al milímetro todas las plazas.

Prueba de lo querido que era Chamaco es que las redes sociales se han llenado de condolencias tras trascender la noticia de la muerte de este eterno maletilla que nos ha dejado a los 81 años de edad.