Castellón sumó más tierras para el cultivo durante el último año, en frutales alternativos a los cítricos y en hortalizas, en una tendencia que continúa en este ejercicio. El bajo precio de los huertos --los viejos o abandonados a 2.000 euros y en producción, por los 3.000 ó 3.5000--, junto con las subvenciones, ha abonado el terreno para la inversión. Son valorizaciones que suponen casi a la mitad de los 6.000 euros por los que se vendían hace unos años atrás. Estos campos se adquieren ahora, principalmente, para plantar nuevas variedades de cítricos con árboles jóvenes, más productivos; o bien otros cultivos con expectativas de ser más rentables.

El perfil del comprador va desde el propio comercio citrícola que decide renovar plantación para conseguir una explotación más productiva y suministrarse; hasta el pequeño agricultor o las cooperativas que buscan nuevas vías de negocio agroalimentario.

El director de la cooperativa Sant Josep de Burriana, Juanvi Moros, corroboró que se está plantando desde aguacate, a granado o naranja nueva. «Se compran plantones para reconversión o ajustar las variedades que más se defienden en el mercado», indicó. Y expuso también como ejemplos los injertos con lanelate o royalties en los cítricos.

Zumos y coronavirus

El secretario general de la Unió de Llauradors, Carles Peris, agregó que, en la Plana Baixa, por ejemplo «en la carretera de Burriana a Almassora se está plantando más naranja grande con vistas a que tenga salida por el covid para zumos». Peris agregó que, en general, «sí se ha detectado en la provincia que se arrancan fincas con naranjos de 25 y 30 años y se sustituyen por plantones más jóvenes, que darán una mejor producción y fruta de más calidad y más uniforme, que es lo que quiere el mercado; o bien de otras variedades».

Nueva plantación de cítricos. Mediterráneo

Como cultivos más alternativos, añadió Peris, «en la zona de regadío, en la Plana Baixa, se está consolidando el aguacate, de granados hubo mucho boom pero va algo a menos y el caqui no funcionó y está en regresión». Y agregó que «aunque atípico, está siendo muy positivo que se recuperen tierras para plantar algarrobos en el Maestrat y en faldas de montañas de la Plana Baixa, por su cotización razonable». En el interior, en zona de secano, «olivo y almendro tienen poco sustituto», agregó.

En cuanto a la citricultura, estamos en una fase de «renovar o morir». En naranja se planta navel tardía, que está funcionando bien, como chislett, powell, algún tipo de Valencia. No son nuevas pero sí ocupan un hueco de mercado que va bien. En clementinas, se opta más la sando (de color rojo atractivo y que en enero alarga, tras clemenules). Otra es la murina, una variedad del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (con coste bajo de implantación, buen fruto y la más vendida en viveros en 2020), que vendría después de las de pago de royalty, como tango o nadorcott) o el oronul, que ayuda a avanzar la campaña. Durante el 2020, según el informe provisional del Ministerio de Agricultura, los campos dedicados a frutales no cítricos (4.142 Ha) crecieron en 216 Ha, cinco veces más que las 45 Ha que perdieron los cítricos (34.125 en total). Castellón ha perdido 10.000 Ha de cítricos en 20 años .

Reordenar la clemenules, un reto pendiente

«El sector está intentando ordenar un poco la citricultura de la provincia. Tenemos demasiado volumen de clemenules para sacar en dos meses y no nos beneficia». Así de tajante se muestra Carles Peris, de la Unió de Llauradors, sobre la necesidad de ordenar la superficie de cultivo. «Este año es muy curioso que nuestra fruta por excelencia, la clemenules, será la que menos liquida, está más barata», indicó. «Debemos mantenerla, pero es necesario producir un 15 ó 20% menos, no irnos más allá de las 300.000 toneladas, y plantar variedades para estirar la campaña», propuso. «Trabajar fuere dos meses como ahora, a bajo precio, es una locura. Muchos propietarios se están dando cuenta y quieren renovarse o morir, para poder dejar en herencia terrenos más rentables», dijo. «Tenemos muchas fincas, demasiada producción y fruta poco uniforme, árboles viejos. Si se planta uno joven, al cuarto año ya empieza a producir», remarcó Peris.