Es probable que en los próximos días escuche un rugido procedente del cielo de Castellón, recorriendo la provincia a una velocidad dos veces superior a la de la barrera del sonido. Pero no hay que alarmarse: serán los seis Eurofighter que esta semana forman parte del despliegue que las Fuerzas Armadas harán en la provincia, con el objetivo de poner a prueba el sistema de defensa aéreo nacional.
El Eurofighter Typhoon (C. 16) es "uno de los mejores aviones de combate del mundo", aseguran en el dossier de la actividad, la Eagle Eye 21.03, desde las Fuerzas Armadas. El aparato es fruto de la cooperación de cuatro países (España, Italia, Alemania y Reino Unido), y está equipado con las mejores características aerodinámicas y la última tecnología en aviónica y sensores. En España comenzó a entrar en servicio en el 2003. Mide 15,97 metros de ancho y 5,29 de alto, y pesa 11 toneladas y media.
Su bautismo en combate fue en el año 2011, cuando realizaron misiones de ataque en el marco de la operación Odyssey Dawn en Libia.
Tal y como explicaron los responsables de las Fuerzas Armadas en su comparecencia en PortCastelló, los vuelos que lleven a cabo los Eurofighter discurrirán principalmente en el espacio aéreo comprendido entre el puerto, el aeropuerto y las Islas Baleares. Asimismo, indicaron que volarán en altas cotas, por lo que su presencia podría no ser perceptible en muchas ocasiones ni a nivel visual ni a nivel acústico, aunque con toda seguridad alguno de los vuelos podrá llegar a sentirse.
Los aviones realizarán durante su estancia en Castellón, hasta el día 8 de octubre, misiones aéreas defensivas como respuesta a incursiones y movimientos de aeronaves no identificadas, con el objetivo de adiestrar y evaluar la integración de los medios terrestres, navales y aéreos.
Este año, estos aviones se han desplegado en la Base Aérea de Siualiai, en Lituania, para llevar a cabo las misiones de policía aérea en los Países Bálticos. Desde el 1 de mayo hasta el 31 de agosto el destacamento Vilkas fue la pieza fundamental que permitió garantizar la integridad y seguridad del espacio aéreo de Lituania, Letonia y Estonia. La misión del destacamento español concluyó con éxito el 1 de septiembre, transfiriendo la responsabilidad a Dinamarca y Portugal.
