El Periódico Mediterráneo

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esperanza en zonas despobladas

«La escuela es un patrimonio del pueblo»

Argelita y Torre d’en Doménec han recuperado este curso los aularios perdidos durante décadas por la falta de alumnado

Alumnado. Niños y niñas del aulario del CRA El Trescaire, en Vilanova d’Alcolea. MEDITERRÁNEO

El sistema educativo valenciano ha sumado este curso dos nuevos coles o, mejor dicho, los ha recuperado, y precisamente ese resurgimiento se ha producido en dos municipios de la provincia de Castellón. Argelita y la Torre d’en Doménec han reabierto sus aularios y han vuelto a recibir alumnado de Infantil y Primaria el que, a su vez, lleva vida en estos municipios del interior de Castellón con cerca de un centenar de habitantes.

En el caso de Argelita, el aulario forma parte del Colegio Rural Agrupado (CRA) Espadà-Millares y llevaba cerrado casi medio siglo, en concreto 47 años, durante los cuales los pocos niños y niñas del pueblo tenían que madrugar de lo lindo para poder aprender y estudiar en otros municipios. 

Hoy en día y hasta ahora, solo las personas más mayores recuerdan haber ido a la escuela junto a casa, como desde principio de septiembre han vuelto a hacer 11 niños y niñas de Infantil y Primaria. El alcalde de Argelita, Aitor Balfagón, reconoce que en el pueblo la reapertura de la escuela se ha acogido «con mucha ilusión después de tantos años».

«Es un servicio esencial para que las familias se queden a vivir y no tengan que desplazarse. Es un proyecto ambicioso para el pueblo, en el cual ya trabajábamos durante los últimos años», explica Balfagón puesto que la puesta en marcha del aulario responde, en parte, a tres nuevas familias con hijos e hijas que se han instalado, gracias a un programa municipal de acogida, que ha multiplicado el número de escolares.

En cuanto al alumnado, el alcalde explica que, si no es por motivos laborales de los padres y madres, las y los escolares ya no se tienen que levantar a las 7.00 horas de la mañana y pueden hacerlo a las 8.30 horas o incluso más tarde. «Sobre todo, ganan los niños, que no madrugan tanto, no tienen que esperar el bus cuando hace frío y tampoco hay ningún peligro si hay temporal o heladas por la carretera», reflexiona. 

Así lo corrobora Lola Aguilella, madre de un alumno de 3º de ESO. «Hemos pasado de tener que levantarse más de dos horas antes para recorrer pueblos y kilómetros, a salir cinco minutos antes de casa», detalla sobre su hijo. Y es que los 8 kilómetros que separan Argelita de Fanzara --donde estudiaban hasta este curso-- se hacían más largos debido a la ruta que seguía el autobús, que pasa por diferentes localidades durante al menos una hora de trayecto. Aun así la situación era mejor que, por ejemplo, cuando el alcalde estudiaba hace unas décadas y algunos tenían que ir incluso con taxi a la escuela, recuerda.

Crecer en libertad

La Comunitat Valenciana cuenta en 2021-22 con 45 Colegios Rurales Agrupados (CRA), que escolarizan a cerca de 4.900 alumnos, en unas 500 clases repartidas en 139 aularios de pueblos y aldeas. En total, en ellos trabajan 946 maestros, por lo cual la media es de un docente por cada 5,2 alumnos, apuntan desde la Conselleria de Educación, cuando en el marco de la Comunitat en conjunto la media es una veintena por docente.

En Argelita defienden que vivir en el pueblo no tiene nada que envidiar a hacerlo en la gran ciudad, es más, presumen de algunas ventajas. Por ejemplo, del grado de libertad con el cual se crían los niños. «Van y vuelven a solas a la escuela desde pequeños, interactúan con los vecinos, se conocen todos a pesar de tener diferentes edades, cuando salen de la escuela también están juntos... Es libertad para la infancia», dice Aitor Balfagón. «Los que nos hemos criado así lo agradecemos», reconoce.

Víctor Macip es director del CRA El Trescaire, con sede entre Vilanova d’Alcolea y Benlloch, y un total de cuatro aularios, puesto que también se suman el de la Pobla Tornesa y el de Torre d’en Doménec. Este último es el segundo aulario que ha reabierto este curso en la Comunitat, con tan solo cuatro niños: dos de Infantil y dos de Primaria; y permanecía cerrado desde el 2014-15.

Educación para combatir la despoblación

La reapertura de las escuelas es un granito de arena en la lucha contra el éxodo de las zonas rurales de la Comunitat Valenciana, una semilla que puede ser decisiva para que familias con hijos e hijas en edad escolar decidan instalarse en pueblos pequeños y alejados de las grandes ciudades. Por eso, la Conselleria de Educación explica que realiza una «gran apuesta por las escuelas rurales como medida de lucha contra la despoblación en los municipios más pequeños».

El caso de la Torre d’en Doménec, con solo cuatro alumnos, es un ejemplo del compromiso de la Conselleria pues, como explican las fuentes consultadas, «no hay un criterio único en la hora de reabrir un aulario» y se estudia cada caso, teniendo en cuenta que haya un mínimo de demanda; o si el alumnado tiene, o no, un trayecto largo hasta el centro más próximo».

«Abrir un aulario supone, como mínimo, la contratación de un maestro o maestra, o de dos como en el caso de Argelita; además, repercute también en el aumento del claustro del CRA, puesto que si hace falta también se contratan más especialistas», detallan fuentes del departamento de Vicent Marzà.

En total, entre Castellón, Valencia y Alicante, este curso hay 45 CRA, uno menos que en el 2020-21, pero por un buen motivo, pues el entonces CRA Baronía Baja se ha desintegrado para crear cuatro escuelas independientes en Gilet, Petrés y Albalat dels Tarongers. Sin descontar la cifra de este alumnado (423), el número de matrículas del 2021-22 es similar al del curso anterior, puesto que la bajada es del 0,4% del alumnado, hasta los 4.888 escolares. A pesar de esto, la Conselleria explica que el profesorado ha aumentado en 11 docentes para los colegios rurales, un 1,2% más.

Una garantía de futuro

Por otro lado, otro puntal de la lucha contra el despoblamiento es la apertura de aulas de 2 años, que se generalizan en los CEIP de las ciudades y también en los CRA. En total, en 2020-21 y 2021-22 se han abierto 54 en escuelas rurales. «Ampliando la oferta educativa de Infantil contribuimos al arraigo de la población más joven», destaca la Conselleria. Si este alumnado que entra en el primer ciclo de Infantil en los centros se consolida y continúa con su educación, supone una garantía de futuro para las escuelas más pequeñas.

En la ecuación contra el despoblamiento, la Generalitat incluye una variable más, la de los institutos-escuela, como el que empezó a funcionar el curso pasado en el CRA Penyagolosa, de Atzeneta del Maestrat. Consiste en que la misma escuela donde se cursa Infantil y Primaria también oferta Secundaria. Así, se ahorran al alumnado largos desplazamientos diarios durante su educación obligatoria y, en algunos casos, las familias podrían tener la educación de sus hijos e hijas garantizada desde los 2 hasta los 16 años, si se va extendiendo a más centros rurales.

«Es la vida del pueblo»

Según explica Macip, la escuela al final «es la vida del pueblo». «Cerrarla supone también cerrar después los negocios», apunta, al mismo tiempo que reconoce que para las familias es «difícil plantearse vivir en un pueblo sin escuela». Por eso, y para facilitar la conciliación, apuesta por medidas como la de ofrecer un servicio de comedor. Muchos CRA y aularios llegan a permanecer abiertos 12 horas: entre las 7.00 y las 19.00 horas.

Al igual que en Argelita, Macip destaca «la tranquilidad que hay para crecer en los pueblos, y la proximidad con el alumnado y las familias». Un sentimiento que está presente en las aulas, pues la atención más individualizada es uno de los principales puntos positivos en los entornos rurales donde --en muchos casos, como los nuevos aularios--, se aprende, además, interniveles, de modo que el alumnado de diferentes edades consecutivas comparte clase y horario. 

Juanjo Forés, que trabaja como maestro en el Colegio Rural Agrupado (CRA) El Trescaire en Vilanova d’Alcolea, afirma que la enseñanza multinivel es «prácticamente individualizada», en su caso, con alumnado de los cursos de 3º, 4º, 5º y 6º de Primaria. «Aunque seamos cuatro niveles, somos una clase y la mayoría, a veces, trabajamos en grupo, con un enfoque y una motivación grupales. Crean entre ellos, inventan... y lo hacen cada cual a su nivel», asegura. Además, en los aularios realizan diversos «miniproyectos» cada temporada escolar que, en muchos casos, los arraigan todavía más en los pueblos; y el alumnado más mayor aprende de los pequeños, de menor edad.

Un bien a preservar

«Los lazos son muy estrechos, la escuela es una institución en el pueblo y un bien que se tiene que preservar, un patrimonio», añade el docente, con dilatada experiencia en la enseñanza, y que en su caso ya hace 18 años que enseña en Vilanova d’Alcolea, a pesar de vivir en Castelló. 

«Trabajar en el CRA me aporta mucha satisfacción», revela el educador. «Cada año estoy, como mínimo, igual de contento que el anterior, y también me siento muy integrado en la vida del pueblo. Le podemos dedicar a cada alumno el tiempo que queremos, realizamos actividades conjuntas, organizamos salidas...», relata. «Aprenden y ves que se lo pasan bien y están felices», concluye Forés. 

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