«¿Quién considere que a nivel mental está bien al 100% que levante la mano?». Nadie lo hizo. Posiblemente si esta pregunta se hubiera lanzado hace unos años, a lo mejor si se hubieran visto algunos brazos en alto, pero ahora hay una mayor concienciación. Sin duda, la pandemia y sus consecuencias en la salud mental han puesto sobre la mesa la falta de recursos que tiene el sistema sanitario para dar una respuesta rápida y eficaz. Esta cuestión al aire la formuló en el Menador Espai Cultural de Castelló una de los 70 personas anónimas elegidas mediante un sorteo cívico que conforman la convención ciudadana que permitirá sentar las bases del futuro Plan Valenciano de Acción para la Salud Mental.
Un proceso pionero que ayer llegó a la capital de la Plana en su intención de recorrer las tres provincias para conocer casuísticas diferentes. El comisionado de Presidencia de la Generalitat para el Plan Valenciano de Acción para la Salud Mental, Drogodependencias y Conductas Adictivas, Rafael Tabarés, remarcó que el coronavirus «lo ha cambiado todo» y «no podemos mirar hacia otro lado», porque se está poniendo sobre la mesa «un rasgo esencial de la condición humana, que es la necesidad de cuidarnos».
«La situación es muy difícil, para muchos, dramática, pero también estamos respirando una atmósfera de esperanza, de expectativa, de posibilidad de cambio, de salir juntos de todo esto». Tabares remarcó la implicación política del president, Ximo Puig, en este asunto. Será a él al que se le entregarán las conclusiones finales para poder realizar un plan de acción de mayor envergadura. De forma paralela, como respuesta urgente, sí se está llevando a cabo un proyecto de choque que supone la contratación de más psiquiatras y psicólogos para atender a niños y adolescentes.
Testimonios
Por tanto, los integrantes de la convención escuchan a personas expertas, familiares de personas enfermas, afectados y representantes del mundo académico, de forma que, al final del proceso, ya en abril, puedan emitir una respuesta razonada de forma consensuada a la cuestión planteada: ¿Cómo debe abordarse la salud mental, drogodependencias y conductas adictivas en la Comunitat?
Entre las diferentes intervenciones, los participantes conocieron ayer de primera mano el testimonio de una madre de Burriana que tiene un hijo de 20 años con autismo. Inmaculada narró, con gran fortaleza y amor hacía el joven, «el impacto del diagnóstico», el peregrinaje por especialistas de toda España y la experiencia vivida durante dos décadas en las que echó de menos el acompañamiento del sistema público, «porque te sientes solo». «No hay pastillas para el autismo, pero mi hijo las ha probado todas», explicó.
«No hay pastillas para el autismo, pero mi hijo las ha probado todas»
Tras ella cogió la palabra Jorge Javier, de 56 años, paciente de Salud Mental desde los 18 años cuando tuvo que abandonar el fútbol, después de quitarle un riñón. «Tuve un trastorno de estrés postraumático y ahí empezó mi calvario, tuve una depresión y un intento de suicidio, me corté las venas. Luego me vino la ansiedad y los trastornos obsesivos compulsivos. Ahora llevo a rajatabla mi tratamiento y voy viviendo», señaló durante su intervención.
"Tuve un trastorno de estrés postraumático y ahí empezó mi calvario, tuve una depresión y un intento de suicidio, me corté las venas"
También estuvo el psiquiatra de la Unidad de Salud Mental de Burriana y presidente de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, Mikel Munárriz, quien explicó que la distribución de recursos asistenciales depende y mucho de cada departamento de salud y consideró que la provincia de Castellón ha sufrido cierto retroceso en cuanto a la dotación de recursos, aunque confió en que ahora la asistencia mejore.
