En más de una ocasión han trascendido protestas de usuarios del transporte público que han sido víctimas de deficiencias en el servicio, retrasos, averías... Problemas que han afectado a numerosas personas y que han llevado a aplicar medidas urgentes para evitar que algo así vuelva a suceder.

Hay un sector de la población que, más a menudo de lo que cualquier otra persona consideraría soportable, hace frente a obstáculos que les impiden moverse con libertad. Son una minoría, si de estadísticas se trata, y por ello ven vulnerados sus derechos pese a que la legislación contempla que los espacios públicos --lo que incluye también medios de transporte-- deben ser obligatoriamente accesibles para toda la ciudadanía.

La historia que un vecino de Nules se ha visto obligado a protagonizar esta semana es un ejemplo de que hay ciudadanos que a diario hacen frente a problemas que el resto, la mayor parte de las veces, verían impensables. 

Sin acceso al bus para ir a casa

Javier Monferrer vive en la Pobla de Vallbona desde hace unos años. Es usuario habitual de la línea 2 del metro que une València con Lliria, un tramo que desde hace algún tiempo ha estado en obras —hoy se restablece el servicio—, como consecuencia de las cuales no se podía completar la totalidad del trayecto. Ferrocarriles de la Generalitat valenciana había habilitado un servicio complementario de autobús para que los usuarios pudieran llegar a sus casas en transporte público. Los viajeros bajaban en la estación de l’Eliana y subían en un bus para realizar el resto de paradas que contempla la línea.

La práctica totalidad de usuarios ha podido repetir esa rutina sin inconvenientes estos días. La práctica totalidad, excepto el nulense Javier Monferrer. El lunes, cuando llegó a l’Eliana y se dispuso a subirse al autobús, se encontró con la sorpresa de que la plataforma elevadora no funcionaba. Primer obstáculo. Sin rampa, es imposible que Javier suba al vehículo, por lo que se quedó en tierra. De inmediato comunicó su situación a los operarios de Metro València que se encontraban en la estación y «en seguida me dijeron que no había ningún problema, que para estos casos la Generalitat contempla la posibilidad de llamar a un taxi». A un inconveniente una solución. ¿O no? 

Un taxi «no justificado»

La desagradable situación a la que se enfrentó Monferrer fue que uno de los trabajadores le comunicó que «desde la central» les habían trasladado «que no estaba justificado llamar a un taxi». Había autobuses y los autobuses tienen rampa para personas con movilidad reducida. Punto. Explicar que si la rampa no funciona es como si no existiera sirvió de poco.

Javier insiste en que «los trabajadores se preocuparon por buscarme una solución, llamaron hasta en dos ocasiones, pero la respuesta fue que no había taxi». En resumen, a las diez de la noche, este vecino de Nules se encontró solo en medio del aparcamiento de la estación de l’Eliana, a seis kilómetros de su casa. Llamó a su mujer, «que tuvo que coger a los niños, subirlos al coche y venir a buscarme», explica el afectado.

El segundo dia, la rampa del bus tampoco funcionaba, pero le pusieron un taxi. MÒNICA MIRA

Javier Monferrer se ha visto más de una vez y más de dos en estos percales, por lo que no dudó en hacer pública su denuncia a través de las redes sociales. Mediterráneo se interesó por su caso y preguntó a la Conselleria de Política Territorial sobre las razones para negarle el taxi. Aseguraron no tener conocimiento de la incidencia, reconocieron que la respuesta dada «no está bien» y que no hace falta justificación. En sus circunstancias, debían haberle puesto un taxi. Pero no lo hicieron.

Con la mala experiencia a cuestas, Javier volvió a utilizar la misma línea de metro al día siguiente. Confiaba en que, tras haber sufrido las incidencias del día anterior, se habrían solucionado. No fue así. Bajó del tren en l’Eliana y, como el resto de usuarios, fue al autobús. La plataforma elevadora seguía sin funcionar.

Esta vez, cuando informó de la avería y de que se encontraba en la misma tesitura del día anterior, no hubo duda. Le dijeron que sí que estaba justificado y llamaron a un taxi para él. Javier quiere pensar que su denuncia pública y que los medios se interesaran ha servido de algo. Pero llama la atención sobre lo que considera una evidencia. Si una puerta de acceso de un bus no funcionara, el vehículo no estaría en uso. Tampoco debería estarlo si falla una rampa

Según la Generalitat, hoy va a restablecerse el servicio completo de la Línea 2 de metro entre l’Eliana y Llíria. Una buena noticia para los usuarios diarios como Javier Monferrer que, en su caso, no volverá a enfrentarse a la incógnita de si la rampa del bus funcionará o no y si deberá esperar de más por su alternativa. 

La propia Conselleria de Política Territorial, tras conocer al caso de Monferrer por este periódico, incidió en la importancia de presentar quejas para comunicar este tipo de problemas, porque en este caso no tenían conocimiento y, en consecuencia, ni pueden actuar ni investigar qué pasó. 

La ley en materia de accesibilidad del transporte público aprobada en el 2007 ya establecía que todos los autobuses interurbanos —como es el caso— deben cumplir «normas básicas de accesibilidad en las líneas regulares», entre las que se detalla «ser accesibles para personas que viajen en su propia silla de ruedas».