SECTOR PRIMARIO

Cuatro claves para entender la incertidumbre de la ganadería en Castellón

La falta de relevo generacional y el descenso de explotaciones se repiten año tras año

El número de jóvenes que siguen en las granjas de Castellón es cada vez más reducido.

El número de jóvenes que siguen en las granjas de Castellón es cada vez más reducido. / JAVIER ORTÍ

Bartomeu Roig

Bartomeu Roig

Ocurrió hace justo un año: la ganadería saltó al primer plano del debate político a raíz de la polémica sobre las denominadas macrogranjas. Durante unas semanas se habló largo y tendido de explotaciones intensivas y extensivas, y de normativas de bienestar animal, y se dejó en segundo plano el papel que ejercen estas instalaciones en el medio rural de provincias como la de Castellón. El ruido político cambió de tema al cabo de pocas semanas, pero la incertidumbre del sector sigue presente. Más aún después de un 2022 especialmente complicado. 

1-Los costes

Las granjas no han sido una excepción, y el fuerte incremento de los costes se ha sumado a la inquietud que habitualmente sufre el sector primario. Lo detalla de forma clara el nuevo responsable de ganadería de la Unió Llauradora, Arturo Zaragozá: «El precio de los piensos se ha incrementado un 50%, y el de la electricidad ha llegado a multiplicarse por tres, hasta el extremo de que las explotaciones con ventilación han pagado tanto entre julio y agosto como todo el año 2021». Una situación que califica como «una barbaridad, que encima no se ha podido aplicar del mismo modo a nuestros clientes». Si los márgenes ya eran ajustados, la preocupación se ha vuelto extrema en los últimos meses. Sobre todo en los negocios que viven de la ganadería integrada, que cobran unas cantidades fijas, y que en sus contratos en vigor no han podido aplicar el aumento de costes.

El 2023 muestra una cierta esperanza. Zaragozá detalla que el panorama «se normaliza, e incluso los piensos han empezado a bajar de precio», aunque lejos de los niveles de hace un año. 

2-La otra cara del debate

Los ganaderos de Castellón asistieron al encendido debate sobre las macrogranjas. Un concepto que no gusta nada entre el sector. El secretario general de la Unió, Carles Peris, comenta que en la provincia «la gran mayoría de explotaciones son de tipo familiar, y la media de animales por explotación está sobre los 1.200». Para tener que presentar una autorización ambiental integrada hay que tener a partir de 2.500. La otra cara de esta controversia tiene que ver con la importancia que tienen estos negocios en un interior en grave riesgo de despoblación. «Generan actividad en estos municipios, y buena parte de su actividad se sostiene gracias a las granjas», añade Peris.

En cambio, más polémico les parece el marco normativo. «Existe una enorme presión inspectora», señala el líder la Unió. Desde la asociación Rumicas, Honorio Carceller pone sobre la mesa que todo el mundo habla del mundo rural, «pero no conocen cómo funciona la ganadería y el sector primario, que en la mayor parte de sus modalidades es muy laborioso, y con numerosos problemas para conseguir permisos». Además, incide en la necesidad de «fomentar el consumo de kilómetro cero». Algo que, afirma, se da poco en una provincia como Castellón.

3-Peligran los conejos

Los últimos datos de la Conselleria de Agricultura, del año 2021, indican que las granjas en la provincia sufren un lento pero continuo declive. Las explotaciones de bovino han mejorado en una granja respecto al año anterior, pero hay 13 menos de ovejas y cabras, y 28 menos en gallinas y pollos. Con todo, los peores datos son los de las explotaciones de conejos. Zaragozá indica que en la zona de Sant Mateu «se ha perdido casi el 90% de explotaciones existentes hace 30 años; es una modalidad que va cuesta abajo». Tanto, que podría desaparecer en pocos años. Según los datos de la Conselleria, entre el 2020 y el 2021 el número de granjas ha pasado de 74 a 62, lo que supone un 16% menos en solo un año.

Detalle de las explotaciones ganaderas de Castellón.

Detalle de las explotaciones ganaderas de Castellón. / Raquel Ahicart

Por un lado, se da una disminución del consumo, aunque la peor amenaza para la continuidad de las granjas cunícolas que quedan en la provincia es la diferencia entre lo que cuesta la producción y los precios que luego perciben los ganaderos. El representante sectorial de la Unió también advierte de que el número de granjas no refleja la situación real del sector. «Como la burocracia es tan complicada, hay algunas que han dejado de funcionar, aunque no consten como extinguidas, sino solo como suspendidas», apunta.

4-Pocos jóvenes

Las granjas forman parte del paisaje de las localidades del interior, si bien con las circunstancias actuales este movimiento formará parte del pasado. Una de las cosas que más preocupa es la falta de relevo generacional, algo común a todo el sector primario.

La polémica sobre las macrogranjas tapó los problemas que sufre el sector.

La polémica sobre las macrogranjas tapó los problemas que sufre el sector. / Mediterráneo

«La gente que se encarga de estas instalaciones está envejecida, de modo que los que ahora trabajan en las explotaciones tienen en mente la jubilación. mientras que sus hijos se dedican a otras cosas, porque ven cómo sus padres lo pasan mal para mantener los negocios», comenta Zaragozá. Existen incorporaciones, «pero son mucho menores que las bajas», añade. Carceller, por su parte, señala la necesidad de ayudas para fomentar la digitalización del sector. 

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