El aumento de las alergias infantiles en Castellón obliga a cambiar los menús escolares

El alumnado con celiaquía e intolerancias supone ya un 6% de la población infantil

Los centros elaboran una comida básica con hasta 10 variaciones, saludable e inclusiva 

Alumnado del colegio José Soriano de Vila-real, uno de los gestionados por Intur, en el comedor del centro.

Alumnado del colegio José Soriano de Vila-real, uno de los gestionados por Intur, en el comedor del centro. / Mediterráneo

Lejos quedan los tiempos en los que todo el alumnado de un colegio se sentaba a la mesa del comedor para enfrentarse a un plato de lentejas, de legumbres, sopa, macarrones con tomate o arroz a la cubana, a golpe de cuchara y tenedor. Todos comían lo mismo, con raras excepciones. Ahora, el panorama ha cambiado, y mucho. Las empresas o los cocineros del mismo centro pueden llegar a diseñar un mismo menú pero con hasta 10 variaciones, dependiendo de quién se queda a comer ese día

La explosión de las alergias alimentarias infantiles ha obligado a los centros a adaptarse en los menús, ya no solo ante la población musulmana o las familias veganas, sino ante alumnado con celiaquía, intolerancias al huevo, al gluten, a la lactosa, a los frutos secos... que, según los expertos «lleva experimentando un incremento lento pero progresivo», señala la doctora Natalia Molini, pediatra especialista en Alergología del Hospital General de Castellón, que explica que «en general se estima que entre el 4 y el 6% de los niños padecen una alergia alimentaria».

Y explica que «hay que diferenciar alergias de intolerancias, ya que las primeras se producen por un mecanismo inmunológico y pueden producir síntomas en varios órganos y ser más graves». 

Un cuidado extremo

En los colegios se lo toman muy en serio y el cuidado es «extremo», según la presidenta de la Asociación de Directores de Primaria de Castellón y la Comunitat, Noel Manzanares, quien señala que «en las concesiones, es uno de los puntos a tener en cuenta, además de la dieta sana, equilibrada, nutritiva y con productos de kilómetro cero, que se envía a los padres semanal o mensualmente, y en el que se especifican las necesidades especiales, que se trasladan prioritariamente a la cocina». 

Ante los fogones, las empresas son estrictas. María Pascual, directora de Restauración de Grupo Intur, que coordina 65 comedores escolares en más de 25 municipios de Castellón y Valencia, con 9.000 comensales al día, explica que «se elabora el mismo menú basal. Es la manera de que coman variado y consigamos el equilibrio y necesidades nutricionales, y, para cada alergia o intolerancia declarada, el equipo de nutrición pauta un menú alternativo». 

Una dieta ‘adaptada’

Pascual señala que «se realizan adaptaciones de menús para que sean lo más inclusivos posible, que el niño no se vea diferente, priorizando siempre la salud y bienestar de los niños que tienen desde patologías e intolerancias, pautadas y firmada por un médico, hasta las preferencias relacionadas con valores éticos o religiosos». 

Y siempre alerta. Con los monitores siempre encima del alumnado para evitar contaminación de un plato a otro y evitar un mala reacción a un alimento. «Realizamos formaciones al personal sobre cómo actuar, con un protocolo frente a una anafilaxis», explica Pascual. Los centros están preparados, pero, por si acaso, la mayoría del alumnado con necesidades especiales lleva en su mochila una jeringuilla autoinyectable de adrenalina, para ser más rápidos.

Frente a esto, la doctora Molini señala que desde la sección de Neumoalergia Pediátrica del General se realizó un taller para monitores del CEIP Isabel Ferrer de Castelló, con casos prácticos, con el objetivo de ampliarlo al máximo de centros este curso.  

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