Las naranjas de Castellón se pudren en el árbol por la entrada de fruta de Egipto
Variedades como hernandina o clemenvilla se quedan sin comercializar porque nadie las quiere y el precio de las premium se hunde
Ruina. Desastre. Drama. Estas tres palabras forman parte del vocabulario que estos días se escucha en las fincas de naranjas de Castellón. La campaña citrícola, que hasta la pasada Navidad tenía un sabor dulce, con precios en origen muy pocas veces vistos, ha dado un giro de 180 grados. El mercado está parado. Hay miles y miles de kilos de fruta por recolectar ante la falta de demanda y las cotizaciones van claramente cuesta abajo. Y aunque en ese cambio de rumbo influyen varios factores, agricultores, intermediarios y cooperativas de la provincia tienen claro que el motivo principal es la entrada de naranjas y mandarinas de otros países, principalmente de Egipto, Marruecos y Turquía.
La llegada de fruta barata de fuera en plena temporada local es una de las causas que ha desatado la cólera de los agricultores de Castellón que, al igual que ocurre en buena parte de la geografía nacional, se han echado estos días a la calle para denunciar la crítica situación por la que atraviesa el sector. «La naranja de terceros países está inundando los supermercados europeos y para la nuestra no hay demanda. El mercado está reventado», cuenta un corredor de cítricos con veinte años en el sector y que asegura que nunca había visto nada igual.
Aunque la parálisis afecta a prácticamente todas las variedades de la segunda parte de la campaña (la única excepción es la leandri), la palma se la lleva la hernandina y la clemenvilla. Nadie las quiere y en el sector dan por sentado que se van quedar miles de kilos en el árbol. «Clemenvilla no se ha recogido ni una. Y en el caso de la hernandina no hay mercado porque nadie las quiere», describe un agricultor.
Premium a precio de saldo
De la debacle ni siquiera escapan las variedades de clementinas premium. La tango, cuyo precio otros años oscilaba entre los 80 y 90 céntimos el kilo, ahora está a 45 céntimos. Y con la sando ocurre exactamente lo mismo: en el campo cotiza a 35 céntimos, frente a los 60 o incluso 70 de otras campañas.
«Lo que está ocurriendo en el campo no se lo imaginaba ni el más pesimista de cada pueblo», sentencia Juan Francisco Nebot, citricultor de Les Alqueries y responsable de la sectorial de la Unió Llauradora, que apunta a que la crisis del mar Rojo también ha influido. «Terceros países que exportaban a Asia han acabado enviando más fruta a Europa», añade.
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