A sus 74 años, conserva la mirada lúcida y penetrante de aquel chiquillo que se colaba sin pagar en La Panderola o acudía a animar al CD Castellón a Sequiol. Si, como dicen, la infancia es el periodo que marca para siempre la vida de un hombre, la de Fernando García Navarro fue hermosa y también terrible. A pesar de haber nacido en Alicante, el actual vicecónsul honorario de España en Mar del Plata (Argentina), vivió hasta los diecinueve años en Castellón. Un periodo comprendido entre 1936 y 1952 que marcó para siempre la personalidad de este prestigioso empresario y diplomático. Su historia es la de muchos emigrantes que un día emprendieron una gran aventura de 14.000 kilómetros en barco, desde La Plana hasta la Plata.

Los años de la infamia

Cuando sólo contaba con 3 años, su familia se instaló en Castellón. El motivo era el traslado de su padre, el Comisario del Cuerpo General de Policía, Ernesto García Bayona, a la capital de La Plana. "Como mi madre era de Castellón, mi padre agradeció enormemente el traslado a la que era la tierra natal de su mujer, sin sospechar que allí encontraría la muerte. Mi abuelo fundó la primera Casa--Banco de Castellón, La Banca Navarro. Recuerdo que toda la zona que abarca el acuartelamiento de Montaña Negra era suya y, de hecho, fue en su ermita donde se casaron mis padres".

El trágico despertar de la infancia de Fernando García Navarro sucedió el 23 de abril de 1936, a dos meses escasos antes del estallido de la guerra civil. El peligroso criminal Ramón Capdevila, Caraquemada, atracó una farmacia en la calle Navarra y fue sorprendido en su huida por los efectivos policiales. Junto a la plaza del Real, se produjo una importante refriega en la que el comisario Ernesto García Bayona cayó mortalmente herido, junto a otro policía y uno de los ladrones.

Con la muerte de Ernesto García Bayona comenzaba una verdadera odisea vital para toda la familia, ya que dos meses después del trágico fallecimiento del patriarca estallaría la Guerra Civil. A pesar del conflicto bélico y la posguerra, García Navarro salió adelante. "El primer empleo que tuve fue en el Ayuntamiento de Castellón. Iba por las casas repartiendo los formularios para elaborar el censo nacional. Más tarde, trabajé un año para la casa de Fotógrafos Wamba y también para Fotos París. Recuerdo que hice un reportaje el día que nombraron a José Iturbi Hijo predilecto de Alquerias del Niño Perdido. Todavía guardo grandes recuerdos. Estoy orgulloso de ser español y amo con todo mi corazón a Castellón, donde tan feliz he sido. Espero volver este mismo verano y saludaros a toda la plantilla de Mediterráneo, el diario con el que he crecido". Así se despide Fernando García Navarro de nosotros, con la sensación de que pronto podremos hacer realidad nuestro mutuo deseo. A veces, la distancia no es el olvido.