Fe y silencio. Esplendor y belleza. El Viernes Santo de Castellón volvió a ser una manifestación de religiosidad y piedad popular con la participación de cinco cofradías y hermandades (Purísima Sangre, Paz y Caridad, Santa María Magdalena, Venerable Orden Tercera y Cristo de Medinaceli), y que mostraron a los castellonenses sus imágenes de veneración, de gran valor histórico, artístico y patrimonial en un conjunto de nueve pasos .

A media tarde las congregaciones iniciaron sus cortejos procesionales desde sus sedes canónicas respectivas para unirse en la plaza Mayor, donde comenzaría la Procesión General del Santo Entierro, un magno desfile en el que se volvió a expresar la devoción secular al Sant Sepulcre.

BOMBOS Y TAMBORES Tras un numeroso grupo de promesas, el Santo Entierro se abría con la cofradía del Cristo de Medinaceli y su imagen titular, con su sección de bombos y tambores, y custodiada por Los Templarios. Después, el Nazareno de la Orden Terciaria, acompañado de numerosos fieles. Seguía Santa María Magdalena con el Crucificado llevado por la Milicia Templaria, y la triunfante imagen de la santa de Magdala, obra de Manolo Rodríguez, con su agrupación de bombos y tambores.

Después, Paz y Caridad con sus dos grupos escultóricos, el Cristo y La Piedad, al ritmo de la dolçaina y el tabal del grupo Xaloc, interpretando marchas procesionales. Por último, la representación de la Purísima Sangre y sus cuatro imágenes de veneración, Virgen de la Soledad, Nuestro Señor en el Huerto, la Dolorosa y el Cristo Yacente, a cuyo paso la geste mostraba su respeto en forma de genuflexión. La Banda Municipal de Música cerraba el cortejo que fue presenciado por centenares de castellonenses por las calles.