Vivió en aquel espacio de la plaza del Rey formado por un grupo de casitas que en realidad se encontraban al final de la calle de Ruiz Zorrilla, antes de Calvo Sotelo y mucho antes de San Joaquín, que te salían al paso cuando querías seguir el camino por la calle de San Vicente y hacia la avenida de Pérez Galdós. En aquel grupo de pequeñas casas, además de una legendaria corretgeria, se encontraba como sustantivo de realce la Casa Cuc, donde los niños de los años veinte encontraban el único lugar de la ciudad donde vendían cohetes, además de todo lo habitual en una tenda donde las amas de casa podían adquirir cualquiera de sus necesidades culinarias.

Era la época en que tanto los toreros como algunas mocitas casaderas se subían en la puerta del hotel Suizo en un carruaje descubierto de Toribio y se iban calle de San Vicente arriba a la plaza en tarde de toros, jaleados por el gentío con entusiasmo.

Y fue en 1950 cuando comenzó el derribo de aquella manzana de casas, para dar más grandiosidad a la que en un tiempo se llamó plaza Nueva y acabó por transformarse en la avenida del Rey don Jaime. El gran chaflán donde estuvo la Telefónica le dio mucho lustre al nuevo entorno ciudadano, aunque ahora, hoy mismo, los servicios de correos reconocen como parte de la calle Ruiz Zorrilla, lo que ya es para otros muchos efectos la plaza del Rey.

LOS TESOROS // Yo era muy joven todavía cuando ocurrió, pero ya leía Mediterráneo todos los días y recuerdo que allí, en estas páginas, nos enteramos los castellonenses de la noticia de que, el día 28 de julio de 1950, al atardecer, mientras se estaba efectuando el derribo de la casa señalada como la número 32 de la calle de Calvo Sotelo, fueron descubiertos entre los escombros numerosas monedas antiguas de plata, algunas de 1783 y otras de la época napoleónica, de 1813. El revuelo en la ciudad fue, como es natural, muy grande. Todo el mundo hacía cábalas y aparecieron opiniones para todos los gustos. Pero mientras se intentaba descubrir a quien podía corresponder aquel tesoro, el hallazgo inesperado, todas las monedas quedaron momentáneamente como depositadas en el Ayuntamiento, junto a una onza de oro hallada al día siguiente. Lo curioso de la historia es que, un tiempo después, allá enfrente, ya en la plaza de Clavé, en la casa número 24, concretamente la que se integraba en la nueva avenida, el 28 de noviembre de 1956 apareció también un extraño paquete que contenía un millón de marcos alemanes y otro millón de rublos rusos, todo anterior a nuestra guerra civil, aunque en perfectas condiciones de conservación.

LA VIDA // Hijo de Peregrín Bernat y María Pascual, nació José en 1899, con cuatro hermanos más: Peregrín, Pepica, Concha y Carmen. Aquel fue un tiempo para Castellón de especial relevancia. Con algo más de 29.000 habitantes, culminaba un tiempo de grandes inauguraciones y mejoras en la ciudad, aunque el año del nacimiento de Pepito Bernat coincide con la aparición de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad y también la Cámara Agraria. El tren empezaba a llegar desde Valencia, teníamos un nuevo hospital Provincial, el flamante paseo de Ribalta, el puerto, el teatro Principal, se acababa de inaugurar la estatua del Rey don Jaime, obra del escultor José Viciano, sufragada por el ilustre eclesiástico Juan Cardona Vives. También aquel de 1899 fue el año de la famosa querella de la masonería contra una revista que se editaba entonces en Castellón, La Verdad. Y acababa de aparecer el periódico El Heraldo, dirigido por Castelló y Tárrega. Incluso se inauguró también el legendario kiosko Campos en uno de los ángulos de la plaza del Obelisco del parque de Ribalta. Y en su recorrido por la ciudad, la nueva y alegre Panderola armaba su alboroto entre el vecindario. Se estaba viviendo una época de vitalidad desbordante, llena de construcciones, inauguraciones y de creaciones para el futuro.

LA FAMILIA // José Bernat Pascual contrajo matrimonio en 1923 con la hija del capitán de Carabineros don Francisco Armiño, el abuelo. Ella, con el nombre de Pilar Armiño Gómez tuvo otros cinco hermanos, claro, muy propio de un militar que iba destinado aquí, allá y acullá y en cada puerto un amor. Y un hijo. La boda se celebró en la iglesia de la Trinidad. Todos recordaban la afición al fútbol de Pepito. Su participación en la fundación del equipo de fútbol Castalia, C.F. y sus grandes correrías por la banda como extremo derecho en el campo de la Cultural, en la avenida de Valencia. Bueno, el caso es que el nuevo matrimonio tuvo el fruto de dos hijos. El mayor, también, José, nació el 18 de julio de 1926, permaneció siempre soltero y ahora sigue viendo pasar la vida sentado en su silla de ruedas, consecuencia de un grave accidente, aunque casual y tonto. El otro hijo, Miguel, que nació el 9 de octubre de 1929, contrajo a su tiempo matrimonio con Gloria Cortés. Tienen tres hijos, Gloria Pilar, Miguel y Juan José. Antes y después de haber formado su familia, el señor Pepito Bernat ya tuvo su propio domicilio familiar en la calle de Alloza y acabaron todos en el número 20 de la plaza de Tetuán, junto a Correos. Él había tenido a su cargo un almacén de madera serrada para la confección de cajas apropiadas para el transporte de naranjas.

ACABA LA HISTORIA // José Bernat consiguió hacerse Maestro de Escuela, aunque se volcó como delegado de la muy popular empresa Geasa, que lo envió como corresponsal y agente de ventas a Francia especialmente y un tiempo en Frankfurt, Alemania, también Bélgica donde tanto coincidió con los Dávalos-Fletcher. La Guerra Civil española le pilló en Holanda, residiendo y trabajando en casa de un familiar. Y, simultáneamente, aceptó también la delegación de CLUEA, una asociación dedicada a la exportación de agrios.

De regreso a Castellón, acondicionó el piso alto de su casa (el sostre) como gimnasio, especialmente para la práctica de gimnasia sueca, que no necesita aparatos especiales, aunque igual de correcta cuando ayuda a producir unos movimientos metódicos del cuerpo y que se practica generalmente para mejorar la salud o para dar agilidad y flexibilidad al cuerpo. Puede que de allí saliera la gran capacidad de su hijo Miguel para convertirse en el tiempo, además de en avispado comerciante, en un gran deportista, atletismo y balonmano. H