El reciente fallecimiento de la muy popular actriz teatral Lina Morgan, mis contactos personales con ella como librero y como ciudadano de Castellón, me impulsan a dedicarle esta página de los sábados, una vez que, terminada la edición del espacio del Humo de los barcos, donde los lectores han venido acompañándonos en los relatos de mis días vividos y mis noches soñadas; vuelvo con los “Seres Humanos”, aunque me temo que esta vez será con quienes he convivido aunque ellos no sean castellonenses, pero cuya vinculación con nosotros nos ha dejado imborrables recuerdos.

Provocando el eco de los medios informativos de toda España, ha fallecido estos días pasados ese entrañable personaje del mundo de la comedia teatral, la actriz Lina Morgan, Angelines.

Primero, sin que nadie haya hecho mención de ello, he de informar que Lina estuvo en el Teatro Cine Rex siendo una niña todavía con el grupo de Los Chavalillos de España, con el que recibió su bautizo teatral. Lo conocido es que, más tarde, incluso cuando lo hizo con compañía propia, estuvo en el Teatro Principal, contratada por Paco Ruiz y Armando Alegre. Y cada vez que lo hizo, mi presencia como espectador primero y como librero después, provocaron entre nosotros un contacto muy natural. Muy profesional y humano a la vez.

EN LA LIBRERÍA // Cuando estuvo en Castellón ya en sus etapas finales, la costumbre suya era, cada día, después de desayunar en el hotel donde se hospedaba, salía a dar una vuelta por la calle de Enmedio. Me decía que le asombraba el ver tan arreglada a la gente, como de fiesta, tots mudats, en una calle de Enmedio repleta de agentes comerciales entrando y saliendo de los establecimientos. Y Lina, siempre acompañada con Florinda Chico, su “segunda de a bordo”, entraba en la librería Armengot, de donde salían con un libro en la mano.

Después del primer día con sorpresa, yo las recibía con naturalidad y creo que con especial simpatía, haciendo también teatro en el momento de envolverles el libro y cobrarles. Una novela de John Steinbeck o Frank Yerbi. Incluso con algún libro que yo les recomendaba de Alberto Moravia, del que sus obras parecen hoy novelitas rosa, pero que en aquella época estaban algunas de ellas prohibidas por la censura. Recuerdo que también se interesaron entonces ambas, por Camilo José Cela. En los momentos de confidencias, Lina me confesó que su padre había sido oficial de sastrería. Un día, claro, dejaron de venir a Castellón, aunque en una ocasión estuve en Madrid a saludar a Lina, ya empresaria del teatro de La Latina. Una de las grandes ilusiones de su vida profesional, empresaria y actriz.

LA VIDA // En el número 4 de la calle Don Pedro, de Madrid, nació María de los Ángeles López Segovia, el 20 de marzo de 1937. Angelines fue una de las cuatro hermanas de la familia. Su hermana mayor, Julia, y su único hermano varón José Luis, fueron desde un principio sus valedores y consejeros. Y lo digo porque por la proximidad de su casa con el teatro de La Latina, creció la niña queriendo ser actriz teatral. Y desde sus primeras ilusiones hasta su protagonismo en la obra Hostal Royal Manzanares, producida por Valerio Lazarov, la vida de Lina Morgan es toda una novela en sí misma, con un capítulo personal muy dramático. Y es que cuando ya de mayor enfermó gravemente, se produjo el fallecimiento en el mismo centro hospitalario, casi a la vez, de su hermana Julia López y de su gran amiga y compañera Amparito Rivelles, la gran actriz dramática. Sucedió el 24 de diciembre de 2012.

En ese aspecto humano de su vida, hay que decir que también tuvo Lina lo que podría llamarse un gran amor, hecho del que nadie se atrevía a hablar, y menos la propia Lina, y a que se trataba de un hombre casado, llamado Julián Esteban. Algo se escuchó:

-- “Fue un amor prohibido. Casi siempre se veían en privado, aunque un día se acabó la relación y se asegura que ella nunca dejó de quererle, pero era muy celosa de su intimidad y, en el fondo, sabía que no era la vida que deseaba…”

El hombre de su vida fue Daniel Pontes de Dios, que empezó siendo su chófer y terminó por ser su apoderado y su tutor.

LA LATINA // Hay muchas páginas en su vida. Aprendió el arte escénico de niña en una academia de baile. Y fue en los carteles Angelines Segovia con Los Chavalillos de España, desde los 13 años. La agencia de representantes con Pepe Cabo al frente la fichó cuando a los 16 años ya aparece con el nombre de Lina Morgan con la compañía de Maruja Tomás, como chica del coro. Pronto protagonizó en Antena 3 TV la serie Compuesta y sin novio. Y no tardó en pasar a la revista musical bajo la sombra de los famosos Alfonso del Real y Juanito Navarro. Con ellos ya interviene en el teatro de La Latina, cerca de su casa, y se promete a sí misma que ese teatro ha de ser suyo algún día.

El director Juan de Orduña la hizo triunfar en el cine con La tonta del bote. Y allí ya apareció su boca de pato, sus cruces de piernas, sus muecas y sus famosos gestos cómicos. Con el tiempo, aquella joven menuda supo sacar partido de sus registros escénicos que mejor dominaba, extraídos de la comicidad universal.

Y cuando se lo pudo permitir, hizo realidad su gran sueño de niña. Adquirir la propiedad del teatro de La Latina. Lo arrendó en 1978 y lo compró en 1983. A su tiempo, en el 2010, ya retirada, aceptó vender la sala de sus grandes éxitos cuando la empresa Pentación le ofreció a Lina un palco del teatro, a perpetuidad.

GRACIAS POR VENIR // Lina Morgan hizo famosa esta frase. Y paseó por España y estuvo en Castellón con títulos como Vaya par de gemelas, Sí al amor, El último tranvía, Celeste no es un color y otros muchos. En todas las ciudades españolas era normal escuchar la imitación a Lina con lo de “¡Gracias por venir…!”.

Teatro, cine y televisión, un amplio mundo para Lina Morgan que consiguió en su carrera los siguientes premios: TP de Oro, los años 1994, 1996 y 1997. Premio Ondas, 1998. Antena de Oro en 2003. Y Medallas de Oro, al Mérito en el Trabajo y en Bellas Artes.

Muy a menudo, se la vio con el actor Manolo Zarzo, al menos durante una época que va desde 1949 a 1952. A parecer, asuntos teatrales, pero también personales, sin otra consideración.

El día de su entierro, junto al féretro se colocó una inmensa corona de rosas blancas y amarillas. Y se asegura que la ONG Mensajeros de la Paz, recibe ahora un gran pellizco económico en herencia de Lina Morgan. ¡Gracias por venir..! Grandes recuerdos. H