Hay una avispa, la Hymenoepimecis argyraphaga que, durante el periodo de reproducción, inyecta un huevo en el abdomen de determinado tipo de arañas. Cuando la larva nace se alimenta de la sangre de la araña hasta que alcanza el tamaño suficiente.

En ese momento libera una sustancia química que le permite manipular a su voluntad a la araña obligándola a tejer una red siguiendo un patrón específico conforme a sus propios intereses. Concluido el trabajo, la araña es devorada por la larva de la avispa que utiliza la red creada para formar un capullo que le permitirá avanzar a la siguiente fase de su ciclo de vida.

La Heterodon platirhinos, por el contrario, es una serpiente que, al sentirse amenazada en su propio territorio, se limita a permanecer inmóvil, no hace absolutamente nada; eso sí, libera un hedor a putrefacción interna que aleja a sus enemigos que la consideran muerta, aunque no lo está en absoluto.

La naturaleza, como vemos, no deja de sorprendernos. Cada especie elige su mejor estrategia impulsada por el instinto más poderoso que existe en la naturaleza, el de la propia supervivencia y, existen tantos paralelismos entre el comportamiento animal y el humano que, en ocasiones, nos descubrimos observándola para lograr discernir una pista que nos ayude a tomar una decisión complicada o vislumbrar comportamientos futuros.

El escenario político actual en España sin duda es complejo y requiere de decisiones difíciles. Desconozco si los principales líderes políticos buscarán la inspiración en la naturaleza, pero creo que los dos ejemplos citados les serían de gran ayuda a más de uno. H