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El resurgir del Castell Vell de Castellón

El resurgir del Castell Vell de Castellón

El 8 de septiembre de 1251, el rey Jaume I firmó en la ciudad de Lérida el privilegio de traslación por el que los antiguos vecinos del Castell Vell se mudaron a la alquería de Binarabe, el embrión de la futura ciudad de Castellón. De aquel acontecimiento se acaban de cumplir ahora 765 años y la fortaleza, uno de los monumentos más emblemáticos de la capital y a la vez más desconocidos, pide paso. Y lo hace tras 10 años de obras y dos millones de euros de inversión.

El Ayuntamiento de Castellón acaba de licitar el proyecto y ejecución de las obras de cierre para seguridad del primer y segundo recinto, centro de interpretación y puesta en valor del Castell Vell. Dotado con un presupuesto de 601.019 euros, el proyecto se enmarca dentro del Plan Director redactado en el 2003 y, en la práctica, pretende plantear acciones que permitan dar al considerado por los historiadores como la cuna árabe de Castellón un aprovechamiento como ruina arqueológica.

Situado en el montículo sur de la montaña de les Serretes y declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1997, esta fortaleza cuya primera ocupación documentada data del siglo IV antes de Cristo, ha pasado una decena de veces por el quirófano. La primera fue en 1832. La última, en el 2015, cuando se cerró el primer recinto (alcazaba) y se consolidaron los liezos y las torres del oeste y sur.

Tras diez intermitentes años de obras, el Castell Vell está cada vez más cerca de convertirse en un monumento histórico visitable, ya que hoy en día solo es posible verlo desde el exterior. Si se cumplen los plazos que maneja el Ayuntamiento, en poco más de un año la fortaleza se abrirá completamente al público, que podrá recorrer su interior, caminar por el que antaño fue un patio de armas o ascender hasta las torres. “El Castell Vell es un impactante recurso cultural con el cuenta Castellón y lo que se va a hacer desde el Ayuntamiento en ponerlo en valor, algo que no ha ocurrido hasta ahora”, apunta Verònica Ruiz, concejala de Cultura.

De lo que se trata es de acometer las obras necesarias para garantizar la seguridad de los tres recintos amurallados con los que cuenta el Castell. ¿Cómo? Básicamente, aumentando los muros. El siguiente paso será la construcción de un itinerario dictáctico con paneles que expliquen la singularidad del monumento. También se prevé un centro de interpretación de 155 metros, según consta en el anteproyecto. “La implicación y el compromiso del Ayuntamiento con este proyecto es total y el objetivo es que esté acabado en poco más de un año”, añade la edila.

Para los que aman la historia local el valor del Castell Vell es incalculable, ya que supone un referente de la arquitectura militar islámica, por el sistema de tapial calicostrado empleado para levantar sus murallas.

los orígenes, en el neolítico // Pero, ¿cuál es el origen de esta fortaleza desde cuya cima se controla toda la plana de Castellón? Antonio Gascó, historiador y cronista oficial de la ciudad, asegura que el arqueólogo Francesc Esteve halló piezas talladas del periodo calcolítico, fechables hace seis mil años, en las cercanías del cerro de la Magdalena. “Las excavaciones han ofrecido restos preibéricos, posiblemente fenicios, objeto de una comercialización activa en el periodo colonial, que podrían fecharse en torno al siglo VII antes de Cristo”, apunta. El montículo ya estaba poblado en ese momento por un hábitat autóctono, y esa ocupación se va a mantener, desde el periodo ibérico, hasta el final del siglo XIII, tras la reconquista de las tierras castellonenses por Jaume I.

No fue, sin embargo, hasta la época musulmana (siglos X y XI) cuando el Castell Vell desarrolla todo el proceso arquitectónico tal y como lo conocemos hoy. “Ese recinto acogió un grupo militar islámico, que debió tener una cierta autoridad administrativa sobre la zona además de su misión defensiva y de salvaguarda de las gentes del llano”, sentencia Antonio Gascó que añade que la fortificación estaba integrada en la línea de defensa costera de la que también era componente el castillo de Montornés.

La distribución del Castell Vell presenta una estructura adaptada a las irregularidades de la montaña y ofrece tres áreas antiguas de fortificación. La primera data del siglo X; la segunda, más amplia, del siglo XI; y la tercera de los siglos XII y XIII. En el primer recinto o alcazaba quedan pequeños restos de un almacén y una cisterna, así como de varias torres cilíndricas. “En el segundo recinto, de dimensiones mayores, estaba el patio de armas, donde también se ubicaban las caballerizas y que llegó a ser ocupado como zona de hábitat a principios del siglo XIII, según documentan las exploraciones. Su torre es el actual campanario de la ermita de la Magdalena que, originariamente, era el gran aljibe de la fortaleza”, describe Antonio Gascó. En el tercer recinto, que bordea ampliamente el segundo, aparece una torre cuadrangular en la cara noroeste. Es una zona que las excavaciones han permitido suponer bastante poblada.

En 1233, el Castell Vell fue conquistado a los árabes y pasó a manos cristianas. Eso supuso el inicio de su declive, ya que una de las primeras medidas que se tomaron fue la expulsión de la población mudéjar que lo habitaba. La posterior ocupación por parte de colonos cristianos tampoco supuso el resurgir el Castell y, de hecho Nuno Sanç del Roselló (primer señor feudal del recinto) ya se percató de lo ventajoso de vivir en el llano y empezó a donar tierras. En 1251 el rey Jaume I autorizó a los habitantes de Castellón a trasladar la villa al llano. Y ahí comienza otro capítulo de la historia de la ciudad. H

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