Todos los cargos y militantes castellonenses aprietan los dientes ante la expectativa de que una abstención del PSOE permita la investidura de Mariano Rajoy en Madrid. Todos los aprietan igualmente, pero desde trincheras diferentes, ante el efecto de las decisiones de unos y de otros, que han dinamitado por implosión a la histórica formación. La fractura entre sanchistas y partidarios de los barones, entre los que está el líder del PSPV y presidente del Consell, Ximo Puig, es un hecho que nadie niega. Ese «no es no» ya no solo se lee en clave externa, sino también interna. Los de Sánchez, negativa hasta el final. Los que están con los dimisionarios, abriendo la puerta a facilitar el gobierno del PP en pro de la gobernabilidad, evitar otros comicios y, puede que sobre todo, esquivar otra debacle electoral. Ayer mismo Ximo Puig no descartó en una visita a Castellón una «abstención técnica».

No obstante, y formalmente, la beligerancia de los primeros días de la crisis -con plataforma de apoyo explícito a Pedro Sánchez incluida- se ha suavizado sensiblemente, en un intento de no repetir los errores de los cargos federales, con cruces verbales públicos, aunque siempre con matices, más o menos sutiles, en función del bando. También ha pesado, al menos en algunos casos y tras la reacción inicial, más visceral, lo que «ha costado, nada menos que 20 años», ha recordado más de uno, «llegar otra vez al Palau». Una razón más para esta línea de moderación y, a veces, silencio, es la de evitar posiciones que puedan perjudicar más adelante en la carrera interna por el poder, y también el cargo.

Las principales ejecutivas territoriales del PSPV en la provincia se han reunido y han aprobado resoluciones en las que los puntos comunes son, en apariencia, la mayoría. No a un apoyo al PP por activa o por pasiva; si se plantea modificar esa decisión ratificada en el comité federal del 2 de julio pasado, consultar a la militancia antes de dar el paso; y elegir al candidato a presidencia del Gobierno por primarias si hay elecciones, son las tres claves a las que formalmente han dado el visto bueno Plana Alta y Baixa, ejecutiva provincial, la de Ports-Maestrat e, incluso, la agrupación de la capital, o la de la Vall.

En el órgano que representa al conjunto del partido en la provincia, cuyo secretario general es Francesc Colomer, se asumió el trío de resoluciones, y se añadió la del apoyo a Puig, pero solo como president del Consell. Quisieron -se aseguró- separar asuntos orgánicos e institucionales.

En Els Ports-Maestrat, la ejecutiva que dirige Evaristo Martí, reunida en Cervera, dejó más que claro su respaldo a su secretario general de País y líder del Consell. Añadió la reprobación a Sánchez por haber incumplido el acuerdo del comité federal de aplazar el congreso hasta que haya gobierno en España.

El discurso formal en la Plana Baixa, cuyo secretario general, Juan Miguel Salvador, lideró junto a Susana Ros, la plataforma de apoyo a Sánchez, viró por completo hacia la moderación y el respaldo a Puig, siempre con el «no es no», la consulta a la militancia para la abstención, y las primarias como eje.

En la Plana Alta, que incluye a Castellón ciudad (sanchista) y Vila-real (pro barones), la ejecutiva que dirige aún Félix Rodríguez concitó el consenso para negar el apoyo al PP y pedir la consulta a la militancia, pero eludió pedir primarias para elegir al candidato. Algo que sí hizo la local de la Vall y la de la capital. En esta última, el viraje desde el radical apoyo a Sánchez de Amparo Marco y Francisco Gil fue mayor, pero añadió al trío una petición expresa a diputados del PSOE para que apliquen el no al PP sin paliativos, lo que sugiere saltarse incluso la disciplina de voto. H