La tarde del 17 de noviembre de 1918 en Castellón llovía a mares. Hacía frío y las calles eran un barrizal, así que muchas familias de la capital optaron por mandar a sus hijos al céntrico cine La Paz, inaugurado diez años antes y situado en la esquina de las calles Asensi y Herrero. Hacía solo diez días que las autoridades habían acordado reabrir los espectáculos públicos, tras unos meses sin actividad por las consecuencias de la epidemia de gripe la Cucaracha. Había ganas de cine y la tarde tampoco invitada a estar en la calle, así que muchos niños acudieron a las 15.30 horas a ver la película de la sesión infantil. La mayoría lo hicieron solos, algunos acompañados de sus hermanos mayores... 21 de ellos y un joven soldado de Benicàssim murieron asfixiados esa tarde en el interior de la sala. Y todo por culpa de una broma, de una falsa alarma. De aquella tragedia, la mayor de cuantas han ocurrido en la ciudad, se cumplen ahora cien años.

El primer rollo de la película Los huérfanos del puente de Nuestra Señora, que aquella tarde se proyectaba en el cine La Paz, se pasó sin incidentes. Luego llegó el descanso y cuando se reanudó la sesión se rompió la correa de transmisión del proyector. Nada que no se pudiera solucionar en cuestión de minutos. «El cine quedó momentáneamente a oscuras y, para distraerse, los niños que estaban en la parte alta cantaban otro toro, otro toro... mientras que los del patio de butacas encendían cerillas para alumbrarse», cuenta Pilar Boronat Guerola, autora del trabajo de investigación La tragedia del cine La Paz.

Pisoteados, aplastados y asfixiados

Los niños cantaban a la espera de que de se reanudara la sesión y, de repente y según contó el Heraldo de Castellón en su edición del 18 de noviembre de 1918, «un malvado o un loco del piso alto gritó: fuego, sálvese quien pueda». Los chavales, al escuchar aquella frase, entraron en pánico y empezaron a correr hacia la salida. Todos lo hicieron en la misma dirección y, pese a que había tres escaleras que daban acceso a la calle y otra que comunicaba el piso con el escenario, todos intentaron salir por la que daba a la calle Asensi. «Empezaron a atropellarse unos a otros y, cuando uno caía, era pisoteado y aplastado por los que salían en tropel», apunta Pilar Boronat.

A los pocos minutos, en la calle se empezó a tener conocimiento del drama que se vivía en el interior del cine. Eran las 16.30 horas y, pese al diluvio, decenas de hombres y mujeres corrían por las calles de Castellón en dirección a la plaza de la Paz. Las primeras noticias eran confusas. Algunos decían que se había quemado el cine. Otros que se había hundido la galería. «Castellón tenía poco más de 32.300 habitantes. Prácticamente todo el mundo se conocía y todos corrían en dirección al cine para saber qué había sido de sus familiares que esa tarde habían ido a la sala», explica la investigadora.

Los heridos más graves fueron trasladados el Hospital Provincial, aunque la mayoría fueron llevados a casas vecinas, que solidariamente abrieron sus puertas, mientras llegaban médicos y practicantes. Pero pese a los esfuerzos, muchas de las víctimas fallecieron en las casas donde habían sido trasladados. En total, 21 niños muertos y un soldado. Los menores tenían entre 7 y 14 años y entre los fallecidos destacan los hermanos, Pablo y Julio Gimeno Delfont, de 9 y 12 años. Los dos habían acudido al cine acompañados de un tercer hermano que sí logró salvarse, mientras su madre se recuperaba de la gripe.

A las seis de la tarde, un par de horas después de la tragedia, la plaza de la Paz empezó a despejarse. A esa hora, la intensidad de la lluvia eran tan importante y las conexiones eléctricas tan endebles, que en Castellón se produjo un apagón general que duró toda la noche. Lluvia, barro, oscuridad y llantos. Muchos llantos.

Condolencias de Alfonso XIII

El entierro de las 22 víctimas del cine La Paz se celebró el día después, 19 de noviembre. Al Ayuntamiento llegaron telegramas de condolencia de todo el país, incluido uno del rey Alfonso XIII. La ciudad fue cubierta de crespones negros y el cortejo fúnebre recorrió las principales calles para acabar en el Hospital Provincial. Todas las víctimas fueron enterradas juntas en un panteón del Cementerio Viejo. Allí figura una inscripción con el nombre de los fallecidos, un mausoleo que este año, coincidiendo con el aniversario de la tragedia, se ha restaurado. Este jueves, día de Todos los Santos, el Ayuntamiento pondrá un ramo de flores en el panteón en homenaje a las 22 víctimas de la Paz -imagen inferior-.

Pascual, el soldado que murió como un héroe

Veintiún niños murieron la tarde del 17 de noviembre de 1918 en el interior del cine La Paz de Castellón y también lo hizo Pascual Escoín Caudel, un joven soldado de Benicàssim que había acudido junto a otros compañeros del acuartelamiento Tetuán XIV a ver la película de la sesión vespertina.

Pascual tenía solo 21 años y falleció por intentar ayudar a los demás. En lugar de salir huyendo, el soldado trató de auxiliar a cuantos niños le fue posible. «En un momento dado cogió a un niño en brazos y, fruto del pánico y el caos, lo empujaron. Cayó por las escaleras y falleció», recuerda Mª Àngels Escoín, abogada y sobrina nieta del joven soldado, que fue condecorado por su heroica actitud. «Aquello fue un golpe muy duro para la familia de mi abuelo, que luego se trasladó a vivir a Burriana», relata.

El comportamiento de Pascual Escoín evitó más víctimas mortales, como también lo hizo la actitud de un bombero de Castellón que, con un martillo y la ayuda de varias personas, empezó a golpear la pared de una de las salidas y por allí desvió a decenas de niños. Aquel gesto también salvó vidas.