Hace cinco días tuve una grata conversación con el vecino de Suera, Pascual García, ‘Felipo’. Se trata de una persona mayor de la que pedía colaboración en un estudio que estamos realizando para este periódico. Cuál fue mi sorpresa cuando empezó a recitarme de memoria largos versos sobre mis preguntas. Yo sabía de su nivel cultural y quedé sorprendentemente emocionado por su ingenio y la capacidad de memorizar sus propias poesías, nada desdeñables. Prácticamente apenas había pisado las aulas, me dijo. Y es entonces cuando recordé el refrán atribuido al maestro Siruela, aquel que no sabía leer y puso escuela, aunque nuestro entrevistado, casi autodidacta, sí sabe leer, escribir y mostrar su ingenio y nunca tuvo esa temeridad.

En mis juveniles correrías por toda la provincia he tenido la satisfacción de encontrarme con personas parecidas, relevantes en potencia --como diría el estagirita--, aunque en acto, por razones económicas o sociales, desarrollaron ya en su adolescencia oficios artesanales. Por ello hay que profesar siempre el respeto hacia los demás e inculcarlo a nuestros semejantes, pues bajo la apariencia de un sencillo personaje es posible toparse con alguien que, de haberle sido favorables las condiciones, hubiera alcanzado cotas más altas en su vida, sin desmerecer las que posee, como es el caso de nuestro personaje, eso, sí, más realista que el maestro Siruela.

*Profesor