El centro de día para personas con Alzhéimer la Pineda todavía no tiene el OK definitivo de la Conselleria de Políticas Inclusivas, por lo que vuelve a retrasarse su apertura. La visita que ayer realizaron técnicos de esta administración autonómica junto a responsables municipales; la concejala y diputada de Bienestar Social, Patricia Puerta; y los responsables de la Fundación Salomé Moliner, Emilio Marmaneu y Silvia Ramos, no dio luz verde a la inauguración del recinto, muy necesario en la ciudad debido a que las instalaciones que gestiona dicha fundación para dar servicio tanto a los afectados como a sus familias se están quedando pequeñas.
El motivo es que los técnicos responsables consideran que todavía se tienen que realizar algunos «ajustes» para poder aperturar. De esta forma, y pese a que el edificio que se encuentra en Tetuán XIV está totalmente amueblado desde hace casi un año, los responsables de su gestión (Fundación Salomé Moliner) deberá pulir algunas cuestiones como son desbloquear los detectores de incendios, colocar vinilos en algunas puertas o ubicar las alarmas de los baños junto a los urinarios, tal y como explicó la gerente de la Fundación, Silvia Ramos.
Ahora, será la Conselleria de Políticas Inclusivas, que es totalmente consciente de la necesidad de estas plazas, será la que remita un informe a la asociación solicitándole que perfile estas cuestiones con el fin de autorizar la puesta en marcha lo más rápido posible. De esta forma, la entidad que preside Marmaneu confía en que la Pineda pueda abrir sus puertas a finales de año o principios del 2023. De hecho, los responsables de la misma han remitido un escrito a la Conselleria en el que le solicitan que, en el caso de que permitan el servicio en las próximas semanas, que los usuarios se incorporen, a partir de noviembre, de forma gradual a razón de cinco por semana hasta 25 plazas.
Larga burocracia
Hay que recordar que este centro de día contará con 58 plazas (el 85% serán públicas) y que lleva cerrado desde el 2012. En el 2015, la actual alcaldesa, Amparo Marco, se comprometió a que volviera a utilizarse y en 2020 entregó las llaves a la Fundación Salomé Moliner para su adecuación tras haber invertido el consistorio 1,3 millones. Dos años más tarde, el centro aún no está abierto y se espera la conformidad definitiva de la Conselleria. Hoy en día, son 3.500 castellonenses los que sufren esta enfermedad en la capital, por lo que la apertura de estas dependencias podría suponer una mejora en su calidad de vida y en la de sus respectivas familias.