La Unió Esportiva Costa Brava es un club sin igual en toda España. Nació como la UE Llagostera en 1947, representando a una localidad de menos de 9.000 habitantes en la actualidad, y cimentando un fulgurante crecimiento que en los últimos 15 años les permitió celebrar siete ascensos. Contra todo pronóstico, el equipo subió a Segunda A (en 2014, con un gol de un jugador que luego también subiría, aunque a Segunda B, con el Castellón: Nuha Marong) y, rompiendo las quinielas, se mantuvo una temporada en la categoría de plata. Bajó y ahora trata de mantener su competitividad en esta novedosa Primera RFEF pese a que este miércoles llega a Castalia (17.00 horas) para recuperar el choque aplazado en su día por el covid con solo siete puntos en 13 jornadas y apenas seis goles anotados. Y no solo eso, más allá del plano deportivo, el partido ante el Castellón culmina un mes trascendental en su singular historia, ya que acaba de cambiar de propietarios.

El matrimonio formado por Isabel Tarragó y Oriol Alsina, a la sazón presidenta desde el 2008 y el actual entrenador (ya dirigía al equipo en 2004 en Segunda Regional), presumen de que el club gerundense es como si fuera su cuarto hijo. No obstante, acaban de vender el 75% de la SAD (su paso por el fútbol profesional obligó a esta transformación) a un grupo empresarial privado catalán. 

La condición para hacer efectiva la venta era «la continuidad de los trabajadores del club, así como la dirección de la misma», por lo que de momento el cambio no ha afectado al club como tal, salvo al primer equipo, que tiene previsto reestructurarse «respetando la línea de trabajo actual». En esa reestructuración se producirá la salida de jugadores y la llegada de otros en el próximo mercado de invierno. Y, de hecho, el Costa Brava ya ha anunciado los fichajes de Álex López de Groot y de Yuhao Zhang, quienes se incorporarán a partir del 1 de enero del 2022.

Se trata de un club que, el pasado verano, cambió de sede y hasta de nombre. Porque el apellido no lo pierde. Precisamente, la coletilla de Costa Brava, que luce desde su etapa en Segunda A, es lo que le ha permitido trasladarse. De Llagostera a Palamós, una decisión tomada por la familia Alsina-Tarragó «por pura supervivencia», ya que el campo de Llagostera no cumple con los requisitos requeridos, sentando un precedente en una categoría, la Primera RFEF, que aunque se desarrolla bajo unos parámetros de considerarse como profesional.

Precisamente, el ahora nombre de pila, Costa Brava, pretende captar apoyos en toda la región. «Llagostera es y siempre será nuestro pueblo, pero no es suficiente para competir con los equipos con los que competimos, anunciaban.

De momento, muy bien no les está yendo el curso y el Castellón tratará de aprovechar su incertidumbre para sumar otros tres puntos en el Estadio Castalia.