La crónica | Los 'play-off' de Galicia quedan cada vez más lejos para el Castellón (0-0)

Si en la anterior comparecencia en casa el ambiente ya fue gélido, pese a (o tal vez por ello) por coincidir con el inicio de la Magdalena, más todavía anoche, sin lluvia pero con frío y un viento que soplaba desde las montañas cercanas que no contribuyeron a maximizar significativamente la asistencia de aficionados. Las dos derrotas más cercanas en el tiempo tampoco ayudaban, así que, por desgracia, de la presión de Castalia seguía quedando la estructura del estadio: mucho plástico y cemento, muy poco público, aunque más que contra el Linense (alrededor de 3.500 espectadores).

Con novedades

Sergi Escobar metió el bisturí al equipo, al que regresaban Borja Martínez, Aarón Romero, José Mas y Kialy Abdoul Koné en vez de Dani Torres (sancionado), Salva Ruiz (fuera de la citación), Javi Moyano y Bilal Kandoussi. Así pretendía hincarle el diente (ahora que ya se puede comer en Castalia) a un aguerrido Alcoyano que venía de dos encuentros sin encajar y con una llamativa tarjeta de visita, en la que figuraban victorias en Algeciras, Andorra o Vila-real.

De salida, frente a un rival que cerraba con cinco atrás, Pablo Hernández se escoraba a la banda en el 4-2-3-1, con César Díaz como segundo punta. El 19 probó el gol olímpico y asistió a David Cubillas en un gol que no computó, porque el árbitro entendió que se había ayudado de la mano, todo ello en un os animados primeros 10 minutos, con réplica también de Mourad El Ghezouani.

A menos

Desapareció el bullicio inicial después de un flojo cabezazo de Yac Diori. Ni jugando a favor de un considerable viento que agitaba las numerosas banderas albinegras de la parte superior de tribuna. El tedio se apoderó de las gradas. Y el Alcoyano, como unos días atrás, la Balona, la mar de tranquilo: sin dar un susto de verdad, rondaba el área de Álvaro Campos más que los locales la de José Juan Figueiras.

Otro primer tiempo tirado a la basura, con el remate de Toni Gabarre, en las narices del guardameta local (cumplía 35 años), como opción más peligrosa para romper el 0-0. Preocupante, muy preocupante de nuevo, pese al postrer intento de Pablo Hernández, que reclamó ser agarrado, en el área alicantina, en el descuento.

El Alcoyano también fue mejor en el regreso del vestuario, donde se quedó Cristian Galas (entró Alejandro Marcos). Salvo algún ramalazo, el partido del Castellón ya empezaba a rozar lo indecente, teniendo en cuenta lo que se juega, deportiva y económicamente para su futuro. Escobar reaccionaba con el cambio típico de Mario Barco en vez de David Cubillas, previo al de Bilal Kandoussi y Álex Blesa por César Díaz y Borja Martínez.

Prisas y más prisas

La noche entraba en el terreno de lo tenebroso. Y eso que Álvaro Campos aún arregló un despeje defectuoso propio. El Castellón era un manojo nervios, presa fácil de la precipitación, con el riesgo de partirse en dos, obligado, con un cronómetros que avanzaba inexorablemente, a correr más riesgos.

En los 10 minutos finales llegaron dos ocasiones de Mario Barco (dentro del área pequeña) o Pablo Hernández (desde el semicírculo, ya con un equipo con jugadores de buen pie, pero atenazados por el resultado, la dinámica y la amenaza del reloj. Vicente Esquerdo malgastaba un cartucho más. El último, a la postre, que no impidió que volaran dos puntos más de Castalia. Preocupante, pero que muy preocupante.