La salvaguarda del patrimonio eclesiástico y su uso en beneficio de la población mueven a los obispados de Tortosa y Segorbe-Castellón, que ya se han manifestado abiertos a destinar las casas abadía deshabitadas de la provincia como alojamiento para el turismo rural.

Esta iniciativa surgió a propuesta del presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, en el pleno de su toma de posesión como responsable de la Mancomunidad Turística del Maestrazgo, que se celebró el pasado sábado en La Salzadella y que engloba también a municipios de Teruel.

EDIFICIOS EN RUINAS A pesar de no haber recibido todavía una petición oficial, fuentes del obispado de Tortosa han expresado su incondicional apoyo. "Nuestra política es de total colaboración, siempre y cuando en el inmueble no resida ningún sacerdote, puesto que darle uso supone también aprovecharlo y conservarlo", apuntaron. "Hay casos de edificios casi en ruinas, con la techumbre o la cocina en mal estado", matizan.

En el caso de Segorbe-Castellón, fuentes eclesiásticas avanzaron que ya ha habido una reunión con la Diputación de Castellón, cuyo resultado se concretará en breve y de la que se hace un balance "muy positivo".

El impulso al patrimonio religioso olvidado tiene precedentes a través de acuerdos de colaboración con Ayuntamientos. Así, en Arnes, municipio catalán de apenas 700 habitantes, la planta baja de la casa abadía, antes vacía, se ha reconvertido en centro de salud, mientras que los otros dos pisos se han transformado en centro de colonias para niños.

"En estos casos se prioriza la finalidad pública, aunque se intenta dejar un despacho para que el religioso encargado de oficiar misa tenga un espacio para enseres o dar catequesis", explica el obispado de Tortosa.

La posibilidad de implantar el turismo rural incluiría sólo las casas abadía sin cura residente. Es el caso de la Tinen§a de Benifass , Tírig, Castellfort, Sorita, Ortells, Villores o La Salzadella --en la fotografía--. Por contra, no cabría esta propuesta en Sant Mateu, Xert, Rossell, Traiguera, Cinctorres o Forcall, donde la casa parroquial sí tiene inquilino.

La excelente ubicación de este tipo de inmuebles propiedad de la Iglesia es un punto a favor para su fin social y, sobre todo, de cara al turismo rural. "La mayoría radican en el centro del casco urbano", concluyen.