"La Cueva Santa fue para este país lo que ahora es Lourdes para Europa, lugar escogido por Dios para hacer explendente manifestación de su poder y sus larguezas". Con este párrafo, escrito en 1890 en la obra Noticias de Segorbe y su obispado, el entonces máximo representante de la diócesis segorbina, Franciso de Asís Aguilar, dejaba constancia de la importancia que desde antiguo había tenido para los devotos y fieles cristianos el santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa, ubicado en término municipal de Altura.

Precisamente por estas fechas se cumplen cinco siglos desde que comenzó el culto a la pequeña imagen, hallada por un pastor en el interior de la cueva llamada del Latonero, entonces aprisco de ganado.

Un padre jesuita, José de la Justicia, escribió hace más de 300 años, concretamente en 1664, que por "papeles que reserva el Archivo de la Cartuja de Valdechristo y se procesaron jurídicos el de 1604, repiten con frecuentes disposiciones, que abría como cien años se halló la santa imagen".

La fecha remonta su aparición a 1504 con la que coinciden numerosos autores de trabajos que se realizaron con posterioridad en referencia al santuario de la Cueva Santa. En estos casi cinco siglos, los hechos extraordinarios y curaciones milagrosas se han ido repitiendo, quedando por siempre en la memoria popular. El mismo padre José de la Justicia se preocupó de recoger aquellos primeros acontecimientos, ampliamente divulgados entre los vecinos de la zona, a los que se atribuía una participación divina.

Curaciones

La relación resulta interminable, pero hay hechos que marcaron el reconocimiento del santuario como lugar milagroso. Uno de ellos, en el año 1580, tuvo como protagonista a Juan Monserrat Escario, vecino de Jérica que cayó herido de lepra. Los jurados de Jérica, ante el "asco" de la situación y el temor por el peligro de contagio lo desterraron de la villa.

Juan, con su mujer Isabel, se fueron a la Cueva Santa, atraídos por la fama curativa de la Virgen. Allí rezaron durante nueve días, al mismo tiempo que el cuerpo de Juan era lavado diariamente con el agua que surte de las paredes de la cavidad. "Con los nueve días --cuenta el historiador-- se acabó la enfermedad, dejando al leproso tan limpio de la infección, que se borraron las señales".

La historia y la tradición, convertida en imagen en las propias paredes del acceso al interior de la cueva, habla de curaciones de tumores, de cegueras, de parálisis, de heridas y de un largo etcétera de enfermedades, así como de diferentes patologías de carácter epidémico como la peste y el cólera.

Una gran parte de los milagros atribuidos a la Virgen de la Cueva Santa, han estado en relación con el agua que derraman sus paredes y techos, atribuyéndole siempre poderes sobre la lluvia. Así, las sequías padecidas por la diócesis, se resolvían favorablemente con el traslado de la imagen de la Virgen desde su santuario a la catedral de Segorbe.

Última curación

La última curación extraordinaria se conoció en 1997. Josefa Alapont, vecina de Sueca, desde hacía cuatro años afectada de parkinson, enfermedad considerada progresiva e irreversible, curaba espontáneamente tras frotarse las manos y el cuerpo con el pañuelo empapado del agua del santuario, ante el asombro del mundo médico.

Copatrona de la diócesis de Segorbe-Castellón junto con San Pascual Baylón, y de los espeleólogos españoles, Nuestra Señora de la Cueva Santa tiene abiertos procesos en la Santa Sede para su nombramiento como patrona de los jubilados españoles y los ciclistas valencianos.

Su santuario es el objetivo de peregrinación de gran número de pueblos de Castellón y Valencia que tradicionalmente celebran romerías al lugar. Se calcula en cerca de 200.000 las personas que anualmente visitan el recinto religioso de Altura.

La autoría de la imagen se debe a Fray Bonifacio Ferrer, prior de la cartuja de Valldecristo y hermano de San Vicente. Los cartujos tenían por costumbre regalar imágenes que ellos mismos hacía en yeso, a los pastores y caminantes que pasaban por el monasterio. Al parecer cuando fue encontrada llevaba ya más de un siglo en la citada cueva, hoy convertida en lugar de peregrinación multitudinario.

El obispo de Segorbe, Juan Antonio Reig, recordó hace escasos días la conmemoración y la propia capital del Palancia, con la romería oficial que celebrará el próximo 2 de octubre, festejará también los cinco siglos de culto a esta imagen mariana.