Más de medio millar de personas participaron en la mañana de ayer en la XI Volta a peu a les Ermites de Burriana. Una forma muy saludable de conocer el territorio agrícola burrianense y, al mismo tiempo, el patrimonio local.

Sin embargo, esa solo es la cifra de quienes se inscribieron y pagaron la cuota de cinco euros, que daba derecho al almuerzo, un lote de donativos de los colaboradores y también al ágape final. A ella hay que sumar todos los falleros de Don Bosco que participan en tareas de organización, coordinación, abren y cierran la marcha... y también aquellos que realizan el recorrido, pero sin acreditación oficial.

En total, 25 kilómetros para pasar por los siete ermitorios en una inolvidable jornada.

A las 8.30 horas se dio el pistoletazo de salida frente a la sede de la falla Don Bosco y el primer punto a alcanzar fue la ermita de Sant Blai, aún dentro del casco urbano, y el enclave en el que se cuñó el pasaporte acreditativo.

El día despertó fresco pero soleado y, a medida que transcurrieron las horas, aumentó la temperatura, con lo que esta vez el trayecto se hizo más agradable. Entre los participantes se encontraban el alcalde, José Ramón Calpe, ediles y las reinas falleras, pese a que la noche anterior cumplieron con sus compromisos.

Después de Sant Blai, la marcha se dirigió hasta Santa Bárbara. Allí sí que hubo parada. Los participantes pudieron ver el interior de la ermita, tocar las campanas y también cuñar el pasaporte y almorzar con tranquilidad. Algunos se sentaron en el suelo, otros en las acequias y otros optaron por quedarse de pie o buscar algún apoyo. Tras el descanso, la marcha se retomó en dirección a Sant Gregori, aunque sin pasar por el ermitorio, luego el de la Misericòrdia, el dedicado al Ecce Homo y, finalmente, el de la Sagrada Familia, en Les Alqueries del Ferrer. Todo para llegar puntuales (a las 14.00 horas) y cargados de satisfacción al punto de partida, justo frente a la sede de la falla Don Bosco. H