L’Alcora vivió ayer la jornada central y más solemne de cuantas recoge el programa de actos de las fiestas del Cristo. Su acto principal fue la procesión en honor al patrón que, como es habitual cada último domingo de agosto, fue multitudinaria y puso de manifiesto la devoción y la emotividad que envuelve esta cita con los sentimientos arraigados en las tradiciones populares.

Tal y como viene sucediendo desde hace 317 años, fecha en la que se data el origen de esta procesión, los vecinos se congregan en los alrededores de la iglesia parroquial para sumarse a un desfile que se caracteriza por el fervor y el respeto de cuantos asisten.

ACTO MÁS RELEVANTE / Si bien es cierto que el programa de las fiestas del Cristo incluye destacadas actividades, cargadas de simbolismo y emotividad para los alcorinos, es recurrente que cualquier vecino a quien se le pregunte destaque como el más importante el que tuvo lugar ayer por la tarde.

Previamente, tuvo lugar la ofrenda floral, por parte de la reina, Mireia Andreu y las damas de su corte de honor, Lydia Pérez y María Miralles. También participaron, como es costumbre, las integrantes de la corte del 2017 y las que celebran el 50º aniversario desde que ocuparan estos cargos representativos.

A continuación, tras los pasos que marcan la dolçaina y el tabal, y los monaguillos, cientos de fieles conformaron un desfile procesional que cerró el clero y la corporación municipal, acompañando a la reina y las damas y a la Agrupación Musical l’Alcalatén.

Para finalizar los festejos religiosos, tuvo lugar el besapiés, uno de los momentos más intensos de tan relevante jornada.

Por la noche, en la plaza del Venerable Beltrán, ya al cierre de esta edición, tuvo lugar la XXXI Serenata al Cristo del Calvario, una velada presentada por David Antequino y organizada por la Rondalla l’Alcalatén, en la que participaron poetas locales.