A las puertas de la Semana Santa, un grupo de 10 hombres y 10 mujeres ultiman su formación para aspirar a convertirse en barqueros de les Coves de Sant Josep, conscientes de que este es un oficio único, que muy poca gente está capacitada para desarrollar por sus especificidades.

Esa es precisamente la razón que llevó al Ayuntamiento a convocar, por segunda vez en la historia de les Coves, un proceso selectivo y formativo con el propósito de crear una bolsa de trabajo con la que poder cubrir bajas y vacaciones en el río subterráneo, con la vista puesta en un verano en el que, si todo va como está previsto, podrían ir levantándose restricciones, lo que permitiría reactivar el turismo.

Una selección paritaria

El concejal delegado de Emsevall --la empresa pública que gestiona las grutas--, Jorge García, destaca la singularidad de un trabajo «que es tan concreto, que no resulta fácil encontrar a gente que esté preparada». Porque no solo se trata de manejar la barca en un entorno tan particular como un río subterráneo, sino además hacer de guías, pues son los barqueros los que hacen la explicación pertinente a los visitantes que se adentran en este viaje por las profundidades. También ha incidido en el hecho de la paridad que se ha establecido con un principio fundamental, se han seleccionado tantos hombres como mujeres en las pruebas física desarrolladas en la piscina municipal.

«El trabajo de barquero de les Coves es tan específico, que resulta muy difícil encontrar a gente que esté preparada»

Jorge García - Concejal delegado de Emsevall, empresa pública gestora de les Coves

Este año, la media de edad de los participantes es joven, aunque todos, independientemente de la edad, se han visto movidos por una misma inquietud, la de abrirse a una oportunidad laboral muy distinta y exclusiva. Ese es el caso, por ejemplo, de Ana Ranero, de la Vall d'Uixó, que afirma que cuando tuvo conocimiento de la convocatoria le llamó la atención por ser «algo muy distinto a lo que he hecho hasta ahora», a parte de ofrecerle la oportunidad «de pasar siete días dentro de la gruta». Reconoce que la experiencia no tiene que ver con la expectativa que se había creado porque, «los más complejo, sin duda, es el manejo de la barca».

De la misma opinión es Víctor Martínez, un joven de la Vall, que recuerda cuando de niño visitó el río subterráneo con el colegio. Esa imagen idílica del barquero dirigiendo la navegación camufla una realidad que solo conoce el que se pone en su lugar, «llevar la barca tiene su dificultad», afirma, «solo tienes un palo para moverla, para frenar, ir hacia adelante o hacia atrás, pero poco a poco vamos aprendiendo».

Un barquero experto, Paco Solaz, insiste en esa dificultad, la de dirigir la barca. Explica que por la orografía de la cueva hay zonas muy bajas, con profundidades distintas, y un barquero debe familiarizarse con ello. Muchas horas de práctica, a su modo de ver, son fundamentales.

Un holandés que quiere ser barquero

Entre todos los aspirantes, uno llama de forma irremediable la atención. Es Rik Roozenburg. Holandés residente en Castellón desde el año 2008, tuvo conocimiento de que se abría el proceso selectivo y pensó que tenía ante sí una gran oportunidad de poder prepararse y ser barquero. Su balance, cuando solo falta un día para completar su formación es que «la experiencia es una maravilla, única, poder practicar y ojalá trabajar aquí». En este tiempo viviendo en la provincia había oído hablar de les Coves, pero nunca las había visitado. Poder hacerlo de esta manera está siendo «estupendo», insiste. Como sus compañeros, explica que lo más complejo de este trabajo «es hacerlo todo a la vez, manejar la barca y explicar lo que hay en la cueva». Entre sus ventajas, que domina varios idiomas.

Los aspirantes aprenden el manejo básico de la barca por dentro de les Coves. MÒNICA MIRA

Perfiles e inquietudes hay tantos como aspirantes, pero desde les Coves aseguran que lo más importante de este proceso selectivo informativo, a parte de contar con gente capacitada para realizar el trabajo, es que quienes pretenden ocupar un lugar en la bolsa, «conozcan bien en qué consiste la labor del barquero, porque verlo no es lo mismo que hacerlo». De hecho, de los 20 seleccionados tras las pruebas físicas, en las que participaron unos 60 inscritos, dos ya han renunciado a completar el proceso. «La de barquero no es una función sencilla, y es importante que quien aspire a serlo, sea consciente de lo que supone». En principio, todos los que completen esta semana la formación, entrarán a formar parte de la bolsa de trabajo con la que se cubrirán bajas y vacaciones. Y quién sabe, tal vez alguno logre en un futuro un lugar entre la plantilla.

El Ayuntamiento ya convocó un proceso similar anteriormente, aunque por cuestiones administrativas no pudo crearse la bolsa, pero sí que hubo personas que pudieron capacitarse para ejercer este oficio que no existe en ningún otro sitio de la provincia. Se limita a zonas como la Albufera de València y poco más, pero profesionalmente, no existe una titulación o formación específica, de ahí que la Vall se haya lanzado a ofrecerla.