Durante años, la feria medieval de Mascarell ha presumido de una particularidad que la distinguía de otros eventos similares haciéndola única. No hay otro municipio en la Comunitat Valenciana íntegramente amurallado y este reclamo era uno de los alicientes que despertaba el interés y la curiosidad de las miles y miles de personas que acudían a esta cita de principios del mes de noviembre de manera ininterrumpida, hasta el 2020...
El 2020, ese año en el que la pandemia obligó a suspenderlo todo y que, meses después, sigue comprometiendo la organización de este tipo de eventos multitudinarios. A pesar de contar con una fórmula de éxito infalible, el Ayuntamiento de Nules tenía claro que Mascarell tendría su feria en el 2021, pero la pregunta clave era ¿cómo?
Imaginar sus callejuelas intramuros abarrotadas de gente que avanza muy poco a poco (porque el espacio no da para más) producía un poco de vértigo. Se hacía imprescindible una reedición y la idea resultante, a tenor de lo sucedido este fin de semana en esta pequeña población dependiente de Nules, ha revolucionado tanto este evento que tal vez cambie su formulación en el futuro.
Así lo afirma el concejal responsable de la organización, Guillermo Latorre. Después de hablar con artesanos y de testear a algunos visitantes, la opción de que los vendedores se instalen en los accesos al recinto amurallado, mientras que solo algunas actividades, como las zonas de juego, se repartan por el espacio interior, ha gustado hasta el punto de que la alternativa haya llegado para quedarse. Cosas imprevistas que ha dejado el covid.
«Caminar por dentro de Mascarell se hacía complicado, no solo por los visitantes, también por las paradas de artesanos, los actores, los carros de niños... y con esta nueva versión, los puestos ganan en espacio», resume Latorre. El cambio entusiasma. Los organizadores y el Ayuntamiento ya se han emplazado al mes de enero para estudiar una feria distinta, sin duda mejorada, en la que podrían utilizarse «solo las calles más amplias, no todas, crear más espacios libres por el interior y aprovechar un exterior más abierto».
Pero para Latorre, edil a su vez de Patrimonio, una de sus mayores satisfacciones es comprobar cómo las familias acceden a la población y pueden disfrutar de su renovada pavimentación, que también ha transformado el aspecto de Mascarell. Visitan exposiciones, juegan y se llevan un recuerdo fiel de este pequeño enclave inimitable.