La reciente remodelación de la calle València ha levantado polvareda entre los vecinos de Burriana. Los usuarios habituales han manifestado su descontento durante los últimos días porque, a pesar de la evidente mejora del pavimento y la red de saneamiento, tras una inversión de casi 135.000 euros, identifican numerosos problemas de inseguridad para el peatón, además de ser poco accesible para carritos de bebés o silla de ruedas.
Los trabajos han permitido dejar todo el vial al mismo nivel, pero la zona de paso reservada para los viandantes se ve continuamente invadida por los vehículos que circulan por la calle, puesto que el consistorio ha permitido el aparcamiento en línea en una de las franjas (cambian de lado cada mes) y se estrecha mucho.
El tema estuvo muy presente en las conversaciones a pie de calle, pero especialmente en las redes sociales, que fueron un hervidero, para tildar la actuación de «chapuza», además de alertar sobre el grave riesgo de atropellamiento. Las críticas no se quedaron ahí y es que esta vía conecta con el centro de salud, por lo que la utilizan muchas personas mayores y padres y madres con niños.
Respuesta a las críticas
El concejal de Vía Pública, Vicent Aparisi, afirma: «Entendemos las quejas, pero la calle está concebida para que tenga preferencia el peatón, ya que la velocidad está limitada a 20 km/h para garantizar la seguridad en todo momento». Por otro lado, asegura que las líneas dibujadas responden a una decisión técnica, «para evitar que los coches aparquen más allá del espacio en el que les está permitido», y así no invadan la zona de paso de los peatones como sucede en otros viales reformados, «siguiendo la normativa de accesibilidad».
No obstante, afirma que «la obra no está recepcionada», por lo que, en función de cómo evolucione, barajan «la posibilidad de modificarla, siempre teniendo en cuenta que la voluntad es mejorar y mantener aparcamientos».