LA VALL D'UIXÓ

Así es desde dentro el trabajo médico en los ‘bous al carrer’: Profesionales que salvan vidas

A principios de abril, la Vall d’Uixó estrenó temporada con una espeluznante cogida que hizo temer lo peor

De guardia estaban el doctor Enrique Diago y su equipo, un pionero de la asistencia médica en festejos taurinos

Reivindica que la seguridad sanitaria en estos eventos «no es un gasto, salva vidas»

El doctor Enrique Diago (primero izquierdo), junto al equipo médico que cubrió una de las guardias taurinas de Sant Vicent en la Vall.

El doctor Enrique Diago (primero izquierdo), junto al equipo médico que cubrió una de las guardias taurinas de Sant Vicent en la Vall. / MÒNICA MIRA

Faltaban pocos minutos para las siete de la tarde. En la placeta de Sant Vicent de la Vall d’Uixó, un toro de la ganadería de Luis Algarra seguía con la mirada a los aficionados que trataban de llamar su atención. En el recinto, el ambiente era el propio del estreno de la temporada taurina en la ciudad. La alegría y el bullicio de un día de festejos en la que está considerada como la Capital del Bou eran las notas dominantes. Solo hicieron falta un par de segundos, tan apenas, para que todo diera un vuelco. Un aficionado tentando al animal y una arrancada inesperada. No fue el desenlace de nada, más bien fue el principio de todo.

A pocos metros, en el interior de un furgón convertido en un pequeño quirófano, se pusieron en marcha. Primero escucharon los gritos. Con un pequeño retardo, vieron las imágenes por la televisión. No necesitaron más información para saber que lo que estaba a punto de llegar era serio.

Al frente de la guardia sanitaria estaba Enrique Diago, uno de los pioneros en la provincia por lo que respecta a la asistencia médica en los incidentes taurinos. Como tantas otras veces, todos en su equipo tenían muy claro cuál era su misión: «Valorar, estabilizar y trasladar». Y así actuaron. Mientras todos se temían lo peor, muchos sabían que el herido iba a estar en las mejores manos posibles.

El doctor Enrique Diago junto al técnico de emergencias y el enfermero de su equipo médico.

El doctor Enrique Diago junto al técnico de emergencias y el enfermero de su equipo médico. / MÒNICA MIRA

Diago comenzó a hacer guardias taurinas cuando las barreras, en forma de tijera, estaban hechas de madera y había muchas menos exigencias en materia de seguridad que ahora. Recuerda que allá por 1990 acudía a cubrir exhibiciones «para hacer un favor» a sus amigos. Hasta que un día se puso en contacto con él Ximo Sanchís, quien le propuso «que él haría las guardias a mis conocidos mientras yo hacía las de los suyos». Y así crearon un tándem que no tardó en detectar las necesidades de unos actos que en la Vall, ya por aquel entonces, ocupaban la mayor parte de su calendario festivo.

«En los 90 solíamos tener el botiquín dentro de alguna casa, que no siempre tenía salida fuera del recinto»

Enrique Diago

— Médico y cirujano

Cuenta que «solíamos tener el botiquín dentro de alguna casa, que no siempre tenía salida fuera del recinto», con todo lo que eso supone a la hora de evacuar a los heridos. Cuando en el mundillo ni se hablaba de eso, en esta ciudad ya contaban con un botiquín móvil equipado. Los servicios los realizaban el médico y voluntarios de Cruz Roja, «que tenían mucha experiencia, pero hubo un par de cogidas serias y nos dimos cuenta de que hacía falta gente profesional». La ley no lo pedía, pero introdujeron la figura del enfermero.

Adelantándose a la ley

En la Vall siempre han ido un paso por delante en lo que se refiere a seguridad taurina en general y a la sanitaria en particular, asegura este cirujano con muchos heridos por cogidas entre sus manos. Tantos, que se ha convertido en referente —forma parte de la comisión consultiva creada por la Generalitat— y en maestro de los nuevos médicos de bous al carrer que han aprendido con su experiencia.

«Siempre se ha creído que la prioridad son las cornadas, pero lo cierto es que los heridos en los 'bous al carrer' son politraumatizados y como tales se les ha de tratar»

Enrique Diago

— Médico y cirujano

Todo evoluciona, afirma. Tanto los medios con los que ahora cuentan —al menos en la Vall— como la forma en la que se atiende a una persona embestida por un animal que ronda los 600 kilos y tiene dos armas defensivas mortales coronando su cráneo. «Siempre se ha creído que la prioridad son las cornadas, pero lo cierto es que los heridos en los bous al carrer son politraumatizados y como tales se les ha de tratar». No es extraño que los golpes tengan consecuencias más graves que las heridas abiertas por asta de toro.

Enrique Diago considera que en materia sanitaria, el actual decreto valenciano «está muy bien, si se cumple», y no siempre es así, lamenta. Cada euro que se destina a estar cubiertos y tener la mejor respuesta posible «no es un gasto, sino una inversión, estamos hablando de salvar vidas y no se puede escatimar», incide en un toque de atención a quién corresponda.

La doctora María José Abad atiende a una persona que sufrió una caída en la que no estuvo implicado ningún toro.

La doctora María José Abad atiende a una persona que sufrió una caída en la que no estuvo implicado ningún toro. / MÒNICA MIRA

Maria José García Abad, una compañera médica del SAMU, no sabe qué contestar cuando se le pregunta si hacer guardias taurinas es llevar un poco más allá la vocación. Sonríe y afirma que «puede ser». Considera, como Diago, que los aficionados y miembros de las comisiones taurinas necesitarían más formación en la primera respuesta ante los heridos y resalta la importancia del equipo y la experiencia. 

Salas de urgencias portátiles

En una jornada taurina, estos profesionales pueden atender a personas que necesitan ayuda en circunstancias muy diversas. Desde las cogidas más graves, algunas incluso mortales, hasta pequeñas lesiones que no requieren de traslado. Los botiquines suelen convertirse, a menudo, en improvisadas salas de urgencias, donde acuden niños que se han atragantado, personas que han tropezado o se han dado un golpe en las inmediaciones del recinto taurino —no necesariamente en su interior— o a alguien a quien se le ha escapado un cuchillo mientras cortaba jamón. Al final, «saben que estamos aquí y que podemos ayudarles».

Enrique Diago reconoce que hay cogidas «que nunca se te olvidan», del mismo modo que «de todas se aprende, siempre se puede mejorar, y es normal volver sobre un caso para saber cuál ha sido la evolución desde que lo atendiste».