Arte

'Picasso escultor': cuando el genio volvía a ser niño

El Museo Picasso Málaga se incorpora a la celebración del Año Picasso, la conmemoración de los 50 años de la muerte del artista, con una rotunda reivindicación de una faceta creativa injustamente relegada al segundo

El Museo Picasso Málaga inaugura la exposición 'Picasso escultor. Materia y cuerpo'.

El Museo Picasso Málaga inaugura la exposición 'Picasso escultor. Materia y cuerpo'. / ÁLEX ZEA

Víctor A. Gómez

Dijo Picasso, en referencia a la cita célebre de Rodin ('La escultura es el arte del espacio'), que la escultura es "el arte de la inteligencia". En su caso, la disciplina de la materia fue la que mejor permitió al malagueño mantener la conexión con la espontaneidad y el espíritu lúdico de esa infancia de la que nunca se quiso despegar: cuenta Bernard Ruiz-Picasso que, algunas veces, cuando su abuelo se encontraba creando esculturas al aire libre, caían pelotas de tenis de algunos campos cercanos; el genio, divertido, las terminaba incorporando en sus piezas. El Museo Picasso Málaga inaugura hoy 'Picasso escultor. Materia y cuerpo', la primera gran antológica dedicada en nuestro país a la faceta escultórica de Pablo Ruiz Picasso y esencial para reivindicar la importancia capital de esta disciplina artística en el casi infinito corpus artístico del creador de La Merced. Se trata también de la primera gran muestra organizada en la tierra natal del genio dentro de la agenda hispanofrancesa del Año Picasso, la conmemoración de los 50 años de la muerte del artista.

Hasta el próximo 10 de septiembre, el Palacio de Buenavista ha vaciado completamente sus salas para acoger 60 esculturas de Picasso realizadas entre 1909 y 1964, en casi todos los materiales imaginables (hierro, cemento, madera, yeso, metal y bronce... también pelotas de tenis). Destacan piezas como 'La dama oferente', uno de los grandes hitos de la escultura picassiana y que ya quiso presentar el propio artista en el Pabellón Español en la Exposición Internacional de París de 1937, aunque, claro, quedó opacada por el tremendo impacto que supuso el estreno allí del que terminaría siendo el gran icono creado por el genio para el mundo, el 'Guernica'. 

Lo mismo ha ocurrido con el resto de su obra escultórica, casi siempre instalada en el capítulo de lo anecdótico dentro de las consideraciones de la crítica; algo injusto cuando muestras como Picasso escultor permite comprobar cómo, a partir de obras como 'Mujer con follaje' o 'Cabeza de mujer (Fernande)', por ejemplo, el malagueño pudo indagar en una de sus grandes preocupaciones artísticas: el cuerpo humano.

De ahí que, acertadamente, Carmen Giménez, la comisaria de la temporal (y, recordemos, primera directora del Museo Picasso Málaga), haya apostado por una exposición escultórica al ciento por ciento, sin dibujos preparatorios ni lienzos en diálogo que diluyan el discurso volumétrico. Así, el espectador, también cuerpo, también materia, podrá relacionarse de una manera casi física, sin intermediarios, con las piezas picassianas, con las manos, los ojos, los bustos femeninos (también el cráneo de un muerto) y los homenajes a amigos y admirados.  

Cuentan los familiares del malagueño que las esculturas que creaban también tenían otros propósitos: solían acompañarle en su taller, en el que apenas permitía visitas, en sus momentos más íntimos, los de la exploración artística; eran, dicen, como miembros de su hogar, otros familiares más, y con los que el genio manifestaba un amor con cierto componente posesivo: porque, salvo contadas excepciones, don Pablo apenas enseñó en público sus esculturas (ni mucho menos vender ni prestar para exposiciones), hasta que en 1965, con motivo de su 85 cumpleaños, y a instancias de André Malraux, reunió algunas de sus favoritas en el Petit Palais francés. Muchos visitantes, que acudieron al Grand Palais para contemplar las pinturas del malagueño, descubrieron entonces en el espacio pequeño, más reducido, sus asombrosas esculturas, casi secretas hasta entonces. Si en los lienzos uno siempre ha podido ver a un dios en plena tarea, aquí, en la tridimensionalidad, se podía encontrar con el niño jugando a ser simplemente un niño. Ése fue el punto de partida de la reivindicación de la faceta escultórica del artista, un ejercicio de justicia histórica al que ahora se suma el Museo Picasso Málaga con su nueva temporal.

El ministro de Cultura Miquel Iceta ha visitado la exposición este lunes por la tarde.

El ministro de Cultura Miquel Iceta ha visitado la exposición este lunes por la tarde. / ÁLEX ZEA

Adioses, reencuentros, lágrimas: crepuscularidad picassiana

Un intenso tono crepuscular invadió la presentación a los medios de Picasso escultor. Materia y cuerpo. Por un lado, se sentaba en la mesa Carmen Giménez, la primera directora del Museo Picasso Málaga, visiblemente emocionada por los recuerdos y los afectos en el regreso al que fue su casa durante mucho tiempo; después, cerca, José Lebrero, el actual máximo responsable de la pinacoteca, que ha anunciado su partida a final de año. Sobrevolaba el recuerdo a José Guirao, el exministro de Cultura fallecido en 2022 que fue el principal impulsor del Año Picasso pero también el de Christine Ruiz-Picasso, nuera del genio y madre de Bernard (a sus 95 años, retirada de la vida pública desde hace tiempo): Giménez tuvo palabras de agradecimiento por la generosidad de la mecenas y el nieto del artista no pudo ocultar las lágrimas.

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