ENTREVISTA |

Mònica Mira: «El amor no es propiedad exclusiva del romanticismo»

La periodista y escritora presenta este 15 de diciembre en la Biblioteca Municipal de Nules su nueva novela 'Para la eternidad' (La Pajarita Roja)

Mònica Mira regresa a las librerías con su novela ‘Para la eternidad’.

Mònica Mira regresa a las librerías con su novela ‘Para la eternidad’. / Georgia Iordache

Eric Gras

Eric Gras

Hay personas que viven con intensidad el poder de la palabra. Mònica Mira es una de ellas. Periodista de Mediterráneo y escritora, ahora presenta su última novela Para la eternidad (La Pajarita Roja), que dará a conocer este viernes, 15 de diciembre, a partir de las 19.30 horas, en la Biblioteca Municipal de Nules

Para la eternidad es un título sugerente que, a priori, nos lleva a pensar irremediablemente en el amor incondicional. Sin embargo, en tu novela, a pesar de existir ese amor profundo, nada tiene que ver con la imagen romántica que se llega a tener de él. ¿No es así?

El amor y el odio son dos polos opuestos que tienen un similar funcionamiento, y de eso hay bastante en esta novela. Podemos amar para siempre, tanto como odiar. Y ambos sentimientos dejan huella. El amor no es propiedad exclusiva del romanticismo, aunque se suele pensar en eso cuando de literatura y mujeres se trata. Una madre ama a sus hijos, y desde mi experiencia personal, es un amor mucho más intenso que cualquier otro. De hecho, esta no es una novela de amores incondicionales al uso, más bien de todo lo contrario. La vida y el amor están llenos de condiciones.

Hablas de la maternidad, y lo haces de una forma un tanto descarnada en cuanto a que lo haces sin esa aura idealizada de la misma. Cuando se es madre, la vida cambia, un nuevo periodo comienza, pero algo se rompe también, existe una quiebra física y emocional que poco a poco ha de recomponerse, aunque no es fácil.

Desde la fecundación el cuerpo de una mujer comienza a transformarse en muchos aspectos, es obvio que desde un punto de vista físico, pero también emocional. Hay tantas maternidades como mujeres, pero a menudo está tan condicionada culturalmente, que hay quien prefiere callar todo lo que no sea seguir con la norma. No me gustan las normas cuando de emociones se trata. Lo que he intentado exponer son las diferentes maneras de vivir la maternidad dependiendo de cada mujer, de sus circunstancias, de su entorno…

No es sencillo explorar emocionalmente una historia de transformación como la que presentas. ¿Cómo afrontaste su escritura? ¿Cuál fue el proceso?

Tengo dos hijos, pero he tenido cuatro embarazos. He sufrido dos abortos espontáneos y ambos han tenido un impacto emocional imponderable en mí. Han sido dos momentos críticos y muy íntimos. Los viví sola, no lo hablé con nadie, porque sentí que era una trance que solo yo conmigo misma podía superar. Ese fue el origen de esta historia. Quería contar cómo se siente una mujer cuando recibe la noticia de que lo que creía que iba a pasar no sucederá, porque la biología así lo ha decidido. Pero también quería contar otras maternidades, porque tener hijos no quiere decir necesariamente que puedas o quieras disfrutar de la experiencia. 

«No me gustan las normas cuando de emociones se trata»

Hay dos personajes principales, Alba y Adela, al que se une también un tercero, Pol. No obstante, hay otros «personajes» igual de relevantes como son los espacios geográficos en los que sitúas la novela: Nules, la Vall d’Uixó y Morella. ¿Qué significan estos tres municipios en la propia historia y qué simbolizan a nivel personal para ti también?

Lo son todo. Sin ellos, yo no entendería esta historia. Alba vive en una casa de primera fila de la playa de Nules heredada de su familia, ella es la tercera generación que la ocupa, y su hogar en cualquier momento puede recibir una orden de derribo, porque hay leyes que son así… incomprensibles e inhumanas. Adela vive en la Vall d’Uixó, en la casa de mis abuelos, un lugar en el que me crie y que inspiró cientos de historias en mi cabeza, porque parecía estar construida para albergar misterios y secretos. Este es mi particular homenaje a aquel lugar que tantos recuerdos me evoca. Y Morella, es un lugar precioso, pero apartado, con una identidad muy marcada, oculto entre murallas. Un escenario perfecto para hablar de añoranza. Para saber más tendréis que leer la novela.

Portada de 'Para la eternidad', de Mònica Mira.

Portada de 'Para la eternidad', de Mònica Mira. / MEDITERRÁNEO

¿Dirías que, a través de la escritura, eres más consciente de ti misma, de tus sentimientos y emociones? Quiero decir, ¿crees en la escritura como medio para comprenderse a uno mismo?

Escribir es una necesidad vital. En mi caso, me ayuda a reflexionar sobre el mundo que me rodea. Es una manera de pensar en voz alta, aunque creando un mundo alrededor para llegar a mis propias conclusiones y compartirlas, porque a partir de la misma idea, las mías no tienen por qué coincidir con las de los lectores, que eso es lo más curioso y emocionante de escribir. Para mí, escribir se acerca más a un acto de expiación, en el más amplio sentido de la palabra.

Publicas esta novela en la editorial La Pajarita Roja. Ya en su día Carlos Tosca, su editor, nos comentó que era «la bomba». ¿Cómo ha sido trabajar codo con codo junto a ellos para sacarle el máximo partido a este relato?

Carlos Tosca es una buena persona. En eso resumiría la experiencia. De hecho, cuando decidí rescatar la novela y ofrecérsela fue por eso. El mundo editorial es muy impersonal demasiadas veces. Desencanta. Eres uno más entre cientos… miles. Y no digo que no sea así, pero cada escritor necesita una cosa cuando decide publicar. Yo necesito sentir el contacto, el respeto por la individualidad de cada autor… Y Carlos trabaja así. Cada uno de sus escritores es el más importante.

«Para mí, escribir se acerca más a un acto de expiación, en el más amplio sentido de la palabra»

Presentas la novela en la Biblioteca Municipal de Nules este viernes, 15 de diciembre, donde charlarás con Carlos Tosca. Para la eternidad se «estrena» en casa. ¿Nervios?

Emoción e ilusión, más que nervios. Estoy en casa, porque así considero la biblioteca. Ten en cuenta que con la asociación Cosas & Musas, a la que pertenezco, organizamos muchas actividades literarias allí. Yo solo seré una más. Sé que estaré entre amigos, y no se me ocurre nada más bonito. Vivir un momento así rodeada de mi gente solo puede ser especial. Estoy muy agradecida incluso antes de que pase. Lo estaré con cualquier persona que escoja mi novela para dedicarle su tiempo y leerla.

Si no me equivoco, además de esta novela darás a conocer al día siguiente, el día 16, en el mismo escenario, otro libro muy especial para ti, como es El bosque de los árboles estúpidos, una idea de tu sobrina Mar Mira a la que tú les has dado forma. ¿Qué puedes contarnos de esta obra? ¿Y qué ha supuesto, en lo personal, trabajar a cuatro manos con alguien tan querido?

Materializar el sueño de una niña, sentir su admiración… es algo único. El bosque de los árboles estúpidos es una novela infantil de misterio que tiene muchas otras cosas entre líneas. Algunas evidentes, otras no tanto. La pretensión de Mar ha sido escribir una novela con su tía que pueda gustarle a lectores como ella. La mía, hacerla feliz e ir contra todos esos dogmas literarios que ven en los niños un público perezoso que necesita que todo sea muy visual, fácil, rápido, escueto… Es nuestra responsabilidad romper con todo eso. Los niños son lo que les dejamos ser si les damos las herramientas necesarias y los motivamos. Igual suena pretencioso, pero también soy un poco soñadora, como Mar.