Fomento de la lectura

La literatura como evasión: Un club de lectura diferente en la cárcel de Castellón

Los escritores Pere Cervantes y Víctor del Árbol participan en una singular iniciativa organizada por el festival Morella Negra com la Trufa en el Centro Penitenciario de Castellón II, en Albocàsser

La organización de Morella Negra com la Trufa y los autores Víctor del Árbol y Pere Cervantes, frente al Centro Penitenciario Castellón II.

La organización de Morella Negra com la Trufa y los autores Víctor del Árbol y Pere Cervantes, frente al Centro Penitenciario Castellón II. / MEDITERRÁNEO

Eric Gras

Eric Gras

La literatura es una de las formas más extraordinarias de evadirse de la realidad. El poder de atracción de una historia, el carisma de sus personajes, los distintos giros que pueden desarrollarse a lo largo de la trama... No es extraño que se hable de la literatura como un viaje, porque a través de los libros uno es capaz de viajar, tanto en el tiempo como en el espacio, además de permitir expandir la imaginación de todo aquel que lee.

Si algo demostró el periodo de confinamiento provocado por la crisis del covid-19 fue que los libros son un refugio maravilloso. Y si algo demostró la iniciativa impulsada por el festival Morella Negra com la Trufa en el Centro Penitenciario de Castellón II, en Albocàsser, es que la literatura, los libros, son o pueden ser un punto único de encuentro donde establecer una conversación amena y, lo que es más importante, que la lectura puede provocar un paréntesis necesario en el día a día de los internos.

Momento de ‘normalidad’

«La lectura es un momento de normalidad», aseguraba hace poco más de una semana uno de los presos del Centro Penitenciario de Castellón II. Esa afirmación se le quedó grabada al escritor Pere Cervantes, protagonista junto a otro autor de la talla de Víctor del Árbol de una iniciativa poco común pero que ha resultado un verdadero éxito como fue el club de lectura promovido por el propio centro y el festival Morella Negra com la Trufa.

La organización de Morella Negra con los autores invitados a participar en esta singular iniciativa.

La organización de Morella Negra con los autores invitados a participar en esta singular iniciativa. / MEDITERRÁNEO

Con ese singular acto, se inauguraba de forma extraoficial la novena edición del certamen gastro-literario que tuvo como uno de sus protagonistas al autor de Nadie en esta tierra. Fue, precisamente, esa obra la que los internos leyeron para la ocasión en un encuentro que trascendió por la comunión entre ellos y los dos invitados, Del Árbol y Cervantes. «El contexto era lo de menos», asegura Pere Cervantes, «a los cinco minutos de estar allí, tanto Víctor como yo nos olvidamos de donde estábamos y, simplemente, se generó un ambiente donde lo principal era hablar de literatura».

Para Víctor del Árbol, todo un Premio Nadal —que logró en 2016 por su novela La víspera de casi todo—, además de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras francesas, participar en esta iniciativa fue «una gran experiencia porque comprendes el valor que adquieren los libros en un espacio sin horizonte». «Regalar unas horas de normalidad creo que ayuda a los internos a verse como personas más allá de los muros», añade Del Árbol al respecto.

Cervantes, Del Árbol y Jorge García, de Morella Negra com la Trufa, durante el club de lectura donde se habló del libro 'Nadie en esta tierra'.

Cervantes, Del Árbol y Jorge García, de Morella Negra com la Trufa, durante el club de lectura donde se habló del libro 'Nadie en esta tierra'. / MEDITERRÁNEO

Pasión lectora

A lo largo del encuentro, en el que Cervantes hacía de moderador, fueron numerosas las preguntas que la decena de internos que formaron parte del club de lectura formularon sobre la trama de Nadie en esta tierra, sobre su estructura... «Pudimos comprobar perfectamente la pasión de su lectura», explica Cervantes. Una pasión que comparten, cómo no, los miembros de la organización del certamen morellano. Precisamente, el comisario de la cita, Jorge García, cuenta que «el principal objetivo de esta iniciativa era acerca la lectura al centro penitenciario, y la novela negra es una lectura fácil y distraída que puede atraer a nuevos lectores». Además, señala, «no hay que olvidar que muchas novelas negras tiene un trasfondo social que puede llegar a ser relevante especialmente en este entorno». 

«Otro punto que creímos podía ser enriquecedor, tanto para los internos como para los dos escritores, era el contacto directo y franco que se establece en un club de lectura. Para los internos creemos que es un lujo poder tener este contacto con un escritor de primera fila como Víctor del Árbol, por ejemplo, y para un escritor es poco habitual tener el feedback de estos lectores», aclara García.

Conexión con la vida

Para Víctor del Árbol, «la cultura es fundamental para conectarse a la vida». Por esa razón, «les insistí mucho en la escritura como espejo, como forma de verse a sí mismos», asegura el autor.

Esa conexión es algo que desde la subdirección de tratamiento del Centro Penitenciario de Castellón II tienen muy en cuenta, porque tal y como explican a Mediterráneo «esta era una oportunidad para acercarnos a Morella, por una parte, y fomentar la cultura entre los internos, por otra». De hecho, remarcan que esta iniciativa de animación a la lectura es un claro ejemplo de «reinserción positiva» dentro de «nuestro programa de educación social» y es por esa razón, afirman, «que nos encantaría repetir en futuras ocasiones».

Pere Cervantes y Víctor del Árbol durante la tertulia literaria posterior al club de lectura en el salón de actos del Centro Penitenciario Castellón II.

Pere Cervantes y Víctor del Árbol durante la tertulia literaria posterior al club de lectura en el salón de actos del Centro Penitenciario Castellón II. / MEDITERRÁNEO

A pesar de no haber asistido al club de lectura, «porque creíamos que era un acto íntimo entre Del Árbol y sus lectores», la organización de Morella Negra com la Trufa sí estuvo presente en la posterior tertulia literaria que se desarrolló en el salón de actos y que contó con un amplio grupo de internos. «Notar el silencio atento de más de 80 personas poco habituadas a este tipo de actos y su respuesta inmediata con risas y aplausos cuando Víctor los interpelaba era emocionante», destaca García, quien declara que, «nada más salir y cruzar el salón de actos, muchos rostros duros tenían dibujada una sonrisa de agradecimiento, y vimos muchos pulgares levantados que nos hicieron entender que este encuentro había logrado su objetivo», que no era otro que dar buena muestra del poder conciliador de la literatura. Los libros como esperanza.