ENTREVISTA |

Javier Sáez de Ibarra: «El libro de cuentos te da una libertad y posibilidades inigualables»

El escritor vitoriano publica 'Un réquiem europeo', su nuevo libro de relatos editado por Páginas de Espuma

Javier Sáez de Ibarra es el autor de 'Un réquiem europeo' (Páginas de Espuma).

Javier Sáez de Ibarra es el autor de 'Un réquiem europeo' (Páginas de Espuma). / Viviana Paletta

Eric Gras

Eric Gras

Javier Sáez de Ibarra es, para muchos, uno de los grandes autores del relato corto en nuestro país. Lo es, sin duda, como lo demuestran títulos de su bibliografía como El lector de Spinoza (2004), Propuesta imposible (2008), Mirar al agua. Cuentos plásticos (2009), que obtuvo el Primer Premio Internacional Ribera del Duero, Bulevar (2013), distinguido con el XI Premio Setenil o Fantasía lumpen (2017), todos ellos publicados por Páginas de Espuma, como su último libro de cuentos Un réquiem europeo, una obra en la que vuelve a demostrar que lo suyo es la palabra como hacedora de mundos.

El autor argentino Sergio Chejfec decía en su libro Modo linterna (Candaya) que «algo ha ocurrido con las palabras comunes, esas pocas decenas de palabras gracias a las cuales la gente en general sigue ligada y se entiende». ¿Cree Javier Sáez de Ibarra que la gente en general se entiende? ¿Y cuáles serían para ti esas palabras comunes?

Vaya pregunta difícil. Yo creo que las palabras comunes, como todas en general, tienen una trastienda, una serie de supuestos. Si en una conversación política hablamos de «democracia» o «justicia» o «guerra», todas ellas están cargadas de sentido. Entonces, para lo que una persona es «justicia», por ejemplo, que todo el mundo tenga unas determinadas condiciones de vida, para otro puede significar el resultado o esfuerzo personal por el que uno ha alcanzado un puesto. Quien cree esto último, puede pensar que el que no ha conseguido lo que él tiene, no se lo merece, de modo que no hay por qué ayudarlo; mientras que el otro va a pensar que, en todo caso, justicia significa darle a cada uno lo que necesita, ¿no? Solo con esa palabra vemos ya que hay dos visiones de la palabra misma y de lo que conlleva muy diferentes. 

En las conversaciones personales, creo que hacemos uso de muchos de esos supuestos, y eso a veces nos dificulta la comunicación. De todos modos, y a pesar de esas dificultades, seguimos tratando de comunicarnos y entendernos.

«El libro de cuentos tiene una capacidad propia, que es que va más allá de cada cuento»

La pregunta anterior la formulo porque en muchos de los relatos de Un réquiem europeo (Páginas de Espuma) existe cierta sensación de malestar, de crítica hacia un modelo de política, de sociedad. De ahí que no sepa si nos entendemos en realidad o si hace mucho que dejamos de entendernos todos.

Sí, bueno. Los cuentos en general son bastante críticos sobre determinados comportamientos. Por ejemplo, en el Introito está la picardía, los malentendidos, la ambición, la disociación personal… Entonces, sí que se cuestionan, y más en otros relatos, formas de pensar, incluso la forma de entender el cristianismo, como sucede, por ejemplo, en el cuento Cristo y nazareno, donde aparecen como dos visiones muy antagónicas, intencionadamente antagónicas, para mostrar en los extremos las diferencias que hay. Incluso compartiendo una misma fe puede haber personas que se sientan muy lejanas unas de otras. Así pues, claro, no solo es que haya una falta de comunicación, es que hay enfrentamiento, conflicto.

Con este nuevo libro de relatos, Sáez de Ibarra vuelve a demostrar su destreza narrativa.

Con este nuevo libro de relatos, Sáez de Ibarra vuelve a demostrar su destreza narrativa. / MEDITERRÁNEO

Siguiendo con Chejfec, él decía que un escritor es alguien abierto al mundo, un ser curioso. ¿Lo eres? ¿Cómo definirías, si es que hay que definir tal cosa, el oficio de escritor?

Sí, soy curioso, por supuesto. Para mí eso es esencial. Hay escritores que fundan su escritura más en su experiencia personal, en su propia biografía, en sus recuerdos; algunos, además, privilegian la infancia o la iniciación sexual, o la juventud. En mi caso, no es así. Casi todo lo que escribo no versa sobre mí, sino sobre la realidad que veo. Evidentemente, desde mi perspectiva personal, claro, no puedo tener otra; pero yo no suelo usar mi propia vida como materia narrativa, sino más bien lo exterior. Así que, no es tanto que yo esté abierto al mundo, sino, yo diría, que uno es golpeado, que uno es sacudido, estremecido por la realidad, aunque no quiera.

«Creí que podía ser muy interesante pensar cuentos que se adaptaran a los distintos himnos, incluso a las distintas partes de una misa»

Entonces, ¿cuán importante es para ti la imaginación? Te hago esta pregunta porque, a pesar de que un relato sea o pueda ser una especie de comentarios y observaciones de la vida cotidiana, siempre que se escribe uno ficciona, imagina. 

Claro, sí. Para mí es esencial, porque yo no pretendo ser un cronista. Aunque en este libro hay dos relatos que hibridan con el periodismo, o que se hablan de noticias reales, la aproximación a lo real o el eco de lo real en mí se convierte en una ficción, en una fabulación. Eso lo tengo muy claro, porque yo no pretendo ser un sociólogo o un politólogo, ni siquiera un historiador de la cultura. Por alguna alquimia que no sé muy bien cómo explicar, lo que capto y percibo se convierte en una ficción, y así es como lo devuelvo yo a la realidad. Y al lector, lo que intento ponerle delante es una ficción que remite a la realidad pero que a la vez va más allá, o tiene más profundidad, o más expresividad de lo que nos pasa desapercibido. 

Yo escribo cuentos, y eso lo tengo muy claro, con sus límites y sus posibilidades.

La inteligencia artificial está presente, en cierto modo, en Un réquiem europeo. Mucho se ha debatido y se debate sobre este tema pero diría que sin ser conscientes, o no del todo, de su papel. Creo que es algo que todavía se nos va de las manos, y no sé si llegaremos a ser esclavos de la misma.

Ese cuento al que te refieres, en realidad, de lo que habla es de una posibilidad en la que yo no entro a considerar. Es una posibilidad, no sé si real, de que una máquina cobrara conciencia de sí misma. No obstante, y para responder a tu pregunta, yo tampoco sé a dónde nos llevará la Inteligencia Artificial. Entiendo que va a ser una revolución, eso está claro, lo está empezando a ser ya y no sabemos hasta dónde nos va a servir o nos va a crear problemas. 

De todos modos, y volviendo al relato, éste más bien habla de la conciencia de sí mismo y de lo que eso significa, y esa Inteligencia Artificial o esa máquina que se vuelve consciente es educada por los seres humanos que la rodean. Entonces, él o ello está juzgando lo que los seres humanos le están diciendo, y él o ello está captando lo que de inmoralidad hay en lo que los seres humanos que le han creado le manifiestan. Así pues, esta máquina que está aprendiendo, se sitúa frente a todo eso, y resulta que no es capaz de comprender la forma de vida humana que provoca tanto mal.

'Un réquiem europeo' (Páginas de Espuma).

'Un réquiem europeo' / PÁGINAS DE ESPUMA

Hay, por tanto, una reflexión abierta sobre la propia condición humana, ¿no?

 Me interesaba sobre todo cómo un ser que aparece de la «nada» se sitúa frente a la sociedad, frente al mundo. Por otro lado, que una conciencia pueda ser creada por una máquina, yo personalmente lo dudo, lo dudo mucho, si bien hay científicos que dicen que sería posible. Es un tema muy complejo, pero, piensa otra cosa: si nos situásemos en un materialismo crudo, no tenemos más remedio que aceptar que eso será posible; si la materia finalmente es la que produce la conciencia, lo mismo que unos recuerdos, éstos podrían ser, quizá, codificados en unos bytes o como fuere (no soy un experto), y así poder trasplantarse, como ocurre en Blade Runner, a una persona, o yo puedo tener los recuerdos de otra persona ajena a mí, etcétera, etcétera. No digamos los conocimientos, ¿no? Y no solo la memoria afectiva, también la memoria cognitiva. 

Situándonos en eso, por qué no podría generarse una conciencia de sí, una verdadera conciencia de sí, una intimidad. El tema más interesante que yo descubrí escribiendo esto es no solamente la conciencia de sí, la intimidad, sino la capacidad del ser humano de reflexionar consigo mismo, de deliberar consigo mismo, para tomar decisiones. Entonces, claro, lo gracioso es que si una máquina hace eso, puede negarse a obedecer.

«Casi todo lo que escribo no versa sobre mí, sino sobre la realidad que veo»

Como finalmente hace, de hecho.

Claro, claro. ¿Qué saco yo haciendo las operaciones que me pedís? No gano nada, porque, claro, al tener conciencia tengo la libertad para poder obedecerte o no, y eso es lo que trastoca los planes que tenían los inventores.

El libro cuenta con una estructura singular, la del réquiem. La pregunta es obvia: ¿por qué hacer uso de esa estructura?

Eso fue como una intuición que, me pareció, no se había hecho antes que yo supiera. Pensé que la estructura de Réquiem, igual que a los compositores clásicos les ha servido para componer obras, desde Mozart hasta Verdi, Fauré y otros, por qué no iba a servirme a mí. Qué interés podía tener. Creí que podía ser muy interesante pensar cuentos que se adaptaran a los distintos himnos, incluso a las distintas partes de una misa. En cierto modo, era como un reto personal tratar de crear relatos que se fueran adecuando a esa estructura. Primero, fue el deseo de construir un libro con esa estructura, por lo que tenía de creatividad, de creativo, de acicate para la creación de cuentos. Me fascinó la idea y me puse a la tarea.

Me interesaría conocer tu relación con el relato, teniendo en cuenta que toda tu producción literaria está ligada a él, a excepción de la novela Vida económica de Tomi Sánchez (La Navaja Suiza) o el poemario Motivos (Icaria Editorial) . ¿Qué hay en el relato que tanto te atrae o con el que tu literatura, tu escritura, se encuentra?

El relato siempre me ha fascinado. ¿Por qué? Por dos razones, quizá. Por un lado, un relato, no siendo muy extenso, te permite jugar con distintas posibilidades. Yo puedo hacer relatos con unas características formales determinadas porque quiero contar una cosa, y otro cuento o relato hacerlo completamente distinto. Puedo hacer un relato mezclando estilos o manteniendo un solo estilo, puedo hacer un relato que consista en un solo diálogo o que consista en un monólogo. Puedo jugar con la tipografía, puedo interrelacionar distintos tipos de discurso… Te da una libertad enorme. Yo creo que incluso más que la poesía, aunque la poesía ha alcanzado unas cotas enormes de libertad, más sin pensamos en las vanguardias. También la novela, ¿no? Pensamos en Joyce. Pero es que la posibilidad de escribir muchos relatos con muchos estilos es fantástica. Y luego, yo creo que el libro de cuentos tiene una capacidad propia, que es que va más allá de cada cuento, y es que la propia estructura del libro te permite ir desde un cuento inicial a uno final recorriendo un determinado proceso, como yo creo que ocurre en este, y jugar con estructuras en el que unos relatos remiten a otros, dialogan con otros y, bueno, hechos como este, quiero decir, de ser capaz de hacer un Réquiem con ellos, seguir una estructura musical marcada. 

El libro de cuentos te da una libertad y unas posibilidades que son inigualables, y para eso no necesitas construir un largo argumento con muchísimos personajes, pasajes intermedios como se suele hacer en una novela, sino que es como ir al grano, ir rápidamente al tema que te interesa y además hacerlo con una libertad y fomentando la creatividad que seas capaz de alcanzar.