Con más pasión y sobresaltos que fútbol, el Atlético arrancó un empate agónico del Bernabéu y cortó la racha de seis triunfos consecutivos de los blancos. Tras sobreponerse a la temprana expulsión de Helguera, el Madrid concedió el empate en el tiempo añadido ante un rival que de haber tenido más ambición bien hubiera podido hacer más grande la herida.

TENSIÓN

Después de tres años, el derbi volvió a Madrid en toda su extensión y con todos los aditivos. Estos encuentros en los que la emotividad está por encima de todo suelen calentarse casi por sí solos, pero ayer hubo mucha mecha y mucha dinamita. Antes del cuarto de hora, el choque ya estaba ardiendo merced a las extrañas decisiones arbitrales. Daudén Ibáñez convirtió en penalti una de las múltiples acciones que se dan en cada partido. Un salto entre Roberto Carlos y José Mari dentro del área, en el que el brasileño le mete mínimamente la cadera al rojiblanco sirvió para que Javi Moreno rompiera el guión y adelantara muy pronto a su equipo.

La crispación del público y la temperatura del choque subieron aún muchos grados cuando una dura entrada de Helguera sobre Javi Moreno en el centro del campo mandó al central al vestuario tras ver la tarjeta roja (min. 12).

A partir de ahí, cada acción se convirtió en una guerra de guerrillas de la que el Atlético no supo sacar provecho. Zidane comenzó a construir y Figo logró el empate tras un grave error de García Calvo en un despeje.

El Madrid no sólo respiraba sino que metía atrás al Atlético. Luego, la primera caída de un jugador blanco en el área rojiblanca se convirtió en penalti, que convirtió en gol Luis Figo. Sólo cuando se vio obligado, se fue arriba el Atlético. Ahí aguantó el Madrid y apareció varias veces Casillas, que no pudo hacer nada ante el magistral lanzamiento de Albertini con el reloj a cero.