Es el culmen del éxtasis que provoca el deporte de masas por excelencia. La mayor alegría de la semana para casi todo españolito de a pie. Y el sueño de cualquier futbolista, de césped o de sala. Nos referimos, simplemente, al gol, el mayor porqué de la existencia del fútbol.

Cada fin de semana --incluso el pasado, con las selecciones autonómicas-- los gritos de las radios se entremezclan con los de las casas o peñas en las que un grupo de seguidores se cita para sufrir o disfrutar, reír o llorar, con el equipo de sus amores. Es tanta la trascendencia de ese simple hecho llamado gol que las celebraciones ideadas por los futbolistas son múltiples. Desde eróticas a curiosas, de originales a tranquilas, de extremas a habituales, con mensaje en la camiseta... el muestrario es amplio.

LAS MÁS ATREVIDAS Sergi y Pizzi, Ronaldo y Zidane, Gallardo y su bocado a salva sea la parte al también sevillista Reyes... varios son los ejemplos de celebraciones con dos rombos. Menos morbosas, pero igual de llamativas e incluso polémicas son las puestas en escena de Marioni (que invetó la bota-teléfono), Fowler (que esnifó una raya de cal) o de Leandro (¿se acuerdan de aquél jugador del Valencia?), quien celebró uno de sus pocos tantos como che orinando cual can en uno de los córners.

De entre los fijos en el repertorio aparece el clásico avioncito. Muchos son los futbolistas que han sucumbido al deseo de volar, tras perforar la meta rival.

Hay otros que llevan el sello de la casa, personal e intransferible. Entre ellos se ecuentra Rivaldo y su avioncito con la cara tapada, el beso al anillo del madridista Raúl, el característico gesto con los dedos de Ronaldinho...

Y también los hay que crean escuela, como el Topo Gigio de Riquelme, al que se han apuntado Quero o Nando Grana. Muchos son los goles, y no menos las celebraciones.