Las diferencias entre la Xunta de Galicia y el Ayuntamiento de Santiago, la primera gobernada por el PP y el segundo por el PSOE, convirtieron la particular peregrinación de la selección española a Santiago de Compostela en un suplicio para los jugadores, que hicieron escala en la capital gallega antes de quedar concentrados en el hotel Falperra, un antiguo convento remodelado, a 15 kilómetros de Guimaraes. Será la base de operaciones de España antes y después del partido del sábado ante Rusia en el estadio del Algarve.

La expedición se vio desagradablemente sorprendida nada más bajar del autobús, poco antes del mediodía, para realizar a pie los últimos 500 metros del Camino. Los escasos medios policiales fueron insuficientes para garantizar un tranquilo paseo a los internacionales, que se vieron asediados por cientos de aficionados. Así y todo, hubo clases. Mientras Raúl iba protegido por cuatro agentes de la policía nacional, la mayoría de los jugadores no pudieron evitar quedarse aislados en varias ocasiones. Iñaki Sáez quitaba tensión al asunto adelantando lo que iba a pedir al apóstol cara a la Eurocopa. "Lo fundamental lo tenemos que poner nosotros, pero no estaría de más que nos echara una manita con los arbitrajes y en que no haya lesiones ni expulsiones", algo que ya ha pedido a su venerada virgen de Begoña. Después de dar el abrazo al apóstol, rito que no cumplieron, por cierto, Albelda, Baraja, Vicente, Etxeberría, Xavi y Valerón, tuvo lugar la ofrenda, con palabras del técnico y de Raúl.

De allí, otra paliza hasta llegar al Hostal de los Reyes Católicos, donde los futbolistas estuvieron cerca de una hora firmando autógrafos a los niños. Para finalizar, almuerzo con el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, que llegó tarde, pronunció un discurso ininteligible y se marchó casi sin despedirse. Total, al hotel de concentración no llegó el equipo hasta cerca de las ocho de la tarde. Pero todo va bien.