Se repitió la misma historia de Murcia. El Castellón cuajó su peor partido cuando más necesitaba una victoria y estamos condenados a vivir otra temporada más en el infierno de la Segunda B. Serán once consecutivas. Una pesadilla que se convierte en trauma.

Ayer fallaron todos. Se equivocó Oltra dando entrada a Mora, que llevaba un montón de semanas inactivo, y a Palacios, quien había demostrado ser carne de banquillo. Y se equivocaron los jugadores al no querer asumir responsabilidades. Nadie quería el balón, nadie se atrevía a encarar al contrario.

Bueno, fue la misma canción que hemos denunciado muchas semanas, pero que tratamos de ocultar otras tantas porque nuestro sentimiento albinegro es demasiado profundo. Dicen que al final de una Liga cada equipo está donde se merece. Por lo visto en estos últimos diez meses, es verdad. El Castellón no ha contraído méritos para ascender a Segunda División A. Los rivales de esta liguilla han sido superiores.

Puede que me critiquen de pesado, pero ayer volví a acordarme de Melgar y Quero. Y, en consecuencia, de quien dejó que se marcharan para ahorrarse cuatro duros y trajo a tres jugadores del montón como han demostrado ser Juvenal, Estevez y Rondo.

Lo mejor de esta campaña, una vez más, ha sido la afición. Volvió a confirmarlo con este desplazamiento a Sevilla. Son un cheque en blanco para cualquier consejo de administración. Ojalá Bonet, o quien sea, sepa apreciar este bien tan valioso. Hay que hacer un equipazo y no ir de baratillo.