Un día de Ronaldo, anotando un gol y provocando el penalti que representaba la puntilla para el rival, dio el triunfo al Real Madrid en su visita al Roma (0-3) y, con ello, el pase a los octavos de final de la Liga de Campeones, en un partido atípico, al jugarse sin público y que tuvo en el brasileño a su gran protagonista y en Luis Figo a su excelente acompañante.

En medio de una atmósfera poco deseable para la que denomina una fiesta del fútbol, con un inmenso estadio vacío (80.000 espectadores de capacidad), el Real Madrid cumplió su objetivo. Lo hizo sin gran fútbol, pero con un Ronaldo que se sacó la espina de su estadio maldito como interista, pues en el Olímpico se lesionó de gravedad (12-04-2000, año y medio KO) y perdió un Scudetto en su último partido en Italia. Eso sí, en ambas ocasiones ante el Lazio.

Ahora, enfrente estuvo un Roma extraño, sin nada en juego y con segundas filas. Lo contrario ocurría en el Real Madrid, que precisaba vencer para estar en octavos de final y se presentó con todo su potencial. Ronaldo salió con ganas de tomarse su revancha pronto y, tras fallar por poco un remate de cabeza, anotó el 0-1 en una jugada a lo Ronaldo: pared con Zidane, se va con rapidez, encara a Pelizzoli y le bate de suave disparo cruzado.

Las cosas se le ponían muy favorables al Real Madrid, a pesar de ciertos síntomas de debilidad tras un disparo al larguero de Candela y otro remate alto de Corvia a la media hora. Pero el Madrid se espabiló tras el descanso. Un penalti provocado por Ronaldo y convertido por Figo significó el 0-2 de la tranquilidad. El portugués también anotó el 0-3 definitivo. El Real Madrid ya estaba en octavos de final.

REPASO AL DEPORTIVO Mientras, en Riazor, el Deportivo se despedía de la Champions encajando una vergonzosa goleada ante el Mónaco (0-5). Los gallegos afrontaban el partido sin ninguna opción y se convierten en el primer equipo que deja su casillero sin goles en la fase de grupos del torneo continental.