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REPORTAJE

Una competición de quita y pon

El Dakar, que ayer vivió una jornada de descanso, monta y desmonta cada día una ciudad para 2.300 personas y la lleva en 20 aviones La cocina viaja en camiones

Una competición de quita y pon

Cada año repiten idéntica cantinela, especialmente los participantes y responsables de los equipos oficiales: "A partir de mañana --suelen comentar una vez concluida la última etapa en las playas de Dakar-- comienza el próximo Dakar".

Ese anuncio únicamente se hace realidad en el caso del departamento de logística del rally, cuyo responsable es Grégory Murac. Es el único que comienza a preparar el siguiente rally el día después, porque en su mano está que la maratoniana prueba siga gozando de la fiabilidad que tiene. Si Murac no consigue desplegar y recoger en cuatro horas su ciudad portátil, el rally dejará de existir.

"La organización es difícil y complicada, pero cada vez la tenemos más descentralizada. A medida que pasan los años, los países que acogen la carrera aumentan su participación y, sobre todo, están mejor dotados", dice.

Murac cuenta, por ejemplo, que muchos de los oasis portátiles, es decir, muchas de las ciudades artificiales que acogerán las 10 primeras etapas y a las 2.300 personas que forman la caravana del Dakar, están ya instaladas en las zonas escogidas. Se trata de las inmensas carpas que han de albergar la cocina, los comedores, baños, duchas y demás servicios: "Lo más complicado --explica Murac-- siempre es encontrar los lugares para el repostaje de las motos, con solo 250 kilómetros de autonomía, coches y helicópteros en mitad de las etapas y, sobre todo, que no falle nada".

Murac, que se desplaza en uno de los 10 helicópteros de la organización, asegura que el rally ha de ofrecer "idéntico servicio, el mejor", a los 766 participantes, sean profesionales (solo lo son un 20% de ellos) o aficionados.

La organización de la carrera ha de tener mucho cuidado a la hora de transportar no solo las 1,5 toneladas de comida que distribuye en cada jornada, sino también los sofisticados instrumentos médicos que componen los hospitales de campaña de la maratoniana prueba africana.

Esta ciudad portátil está en manos de 350 personas y pesa unas 100 toneladas. Se monta y desmonta en unas cuatro horas y sale volando hacia la siguiente estación en 20 inmensos aviones. "Si nosotros pasamos desapercibidos, si nadie habla de la logística, es que todo funciona. Ese es mi sueño", comenta Murac, que intenta que no se note su presencia en la prueba, que tras el día de descanso, entra en parte decisiva con De Villiers y Coma como líderes con una etapa entre Atar y Tidjikya, aún en Mauritania, de 626 kilómetros.

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