Apenas hace unos pocos meses, la continuidad de la Unión Deportiva Salamanca en el fútbol profesional era casi una utopía. Es más, ni tan siquiera estaba segura la supervivencia de la entidad. Pudo salvar el envite de la quiebra y, después de perder a algún que otro jugador básico y de formar una plantilla más que justa, de repente, ahí están los charros, a tiro de piedra de colocarse en todo lo alto. Dicho más claro: si ganan al Castellón, se meten en posición de ascenso.

Jamás, en los últimos 10 años, había vivido un arranque liguero semejante. Con una fórmula tan simple como eficaz y productiva en esta categoría, el tinerfeño David Amaral está sacando petróleo a este equipo. Dicha fórmula es muy sencilla: ser solventes atrás y encajar muy pocos goles, tener orden en todas las líneas del equipo y aprovechar al máximo las oportunidades que se generen arriba. Y, también hay que decirlo, no están jugando mal al fútbol, ni mucho menos.

En este deporte solemos caer en el error de preestablecer unas pautas que siempre tienden a dar todas las posibilidades de llevarse el gato al agua a los más poderosos. Pero, ¿cuántas veces vemos cómo equipos secundarios se encargan de romper esas reglas? Esta temporada hay varios de esos en Segunda A y la Unión Deportiva es uno de ellos.