Parece mentira, pero los números cantan. El Madrid sigue a rebufo del Barça de los récords. Solo seis puntos separan a los blancos del líder indiscutible de la Liga, pero la afición del Bernabéu no se conforma. Pide más, prefiere ver a un equipo que juegue al fútbol y se olvide de vivir solo a favor del resultado. Increíble, pero cierto. A Juande Ramos parece no bastarle los 43 puntos (de 45 posibles) seguidos que lleva el Madrid (no pierde desde la visita al Camp Nou y solo ha empatado con el Atlético) para asegurarle la continuidad en el banquillo (Florentino tiene en su agenda el nombre de Wenger, a quien el Bayern está dispuesto a ofrecer 6 millones de euros por campaña).

Y todo porque el Real Madrid se ha acostumbrado a transitar sobre el alambre, a convivir con la incertidumbre, sin dar sensación de poder ser campeón. Ante el Valladolid, solo el empuje de Higuaín, el oportunismo de Raúl o la definición de Robben alimentaron las razones de triunfo.

Condicionado por el ritmo impuesto por el Barça, el equipo blanco asumió su envite urgido por la necesidad, para no perder de vista el liderato. El Valladolid lo sabía e intentó profundizar en la herida de su rival buscando la meta de Casillas. Entre Pepe y Casillas sacaron un balón que se colaba a la media hora. Los pitos empezaron a sonar en la grada.

En el tramo final del primer tiempo apretó el bloque de Juande. Fue en una acción aislada de Gonzalo Higuaín que salvó Asenjo. No pudo hacer lo mismo en la siguiente. Otra jugada del argentino la remató Raúl, que no veía puerta desde hacía 43 días.

El gol no agitó la dinámica a la vuelta de vestuarios. Tanto se aburría el público que Sergio Ramos (no jugó por sanción) se marchó a Las Ventas a ver torear a Talavante. Solo la entrada de Guti produjo cierto estruendo en la grada. Y fue el canterano el que asistió a Robben para firmar el 2-0, justo después de que Pepe cometiera penalti sobre Goitom, pero que el colegiado no señaló.